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Soobin corría lo más rápido que sus pequeñas piernas se lo permitían. Volteaba hacia atrás un momento y luego volvía su vista hacia el frente.

Cuando por fin pudo llegar a la universidad lo primero que hizo fué detenerse contra las puertas de la institución y tomar algo de aire, ya que esa carrera lo había dejado agotado.

Luego de eso llegó el peligris, con el sudor en su frente cayendo por montones y la respiración bastante agitada.

– Cómo... ¿Cómo es que eres más rápido? – se detuvo un momento para tocar su pecho, sentía que el corazón se le saldría en cualquier momento – si eres más pequeño que yo

– Es que yo no me la paso comiendo porquerías las veinticuatro horas del día – sonrió el menor

– Pero las gomitas enchiladas son deliciosas, no es mi culpa – puchereó mirando a pelirojo, este tenía una sonrisa

El timbre sonó antes de que Soobin pudiera decir algo, así que solo se despidió de su amigo y caminó hacia su salón.

Hoy le tocaban dos horas de pura física y cálculo, una tortura para el y su pobre cerebro.

Al llegar al salón, lo primero que hizo fué sentarse en su lugar hasta atrás y acostar su cabeza en la mesa aprovechando que el maestro todavía no había llegado.

Cerró sus ojos un momento y trató de calmar su respiración que seguía bastante agitada. Hacer esa carrera no fué muy buena idea.

O tal vez si, ya que se había ganado veinte pesos y una caja de chocolates.

Estaba tan concentrado disfrutando el aire que entraba por la ventana, que no se dió cuenta de que alguien se había sentado a lado de el.

– Parece que te estaba persiguiendo un tigre – habló el pelinegro

Soobin dió un saltito en su lugar y levantó la cabeza. Una pequeña sonrisa cansada se formó en sus labios al ver de quién se trataba.

– No fué específicamente un tigre – río

– ¿Quieres papel para quitarte el sudor de la frente? ¿Que van a pensar las Omegas cuando te vean?

– Que de igual manera soy hermoso – respondió revolviendo su pelo de manera vanidosa, haciendo que su bonito pelo se enrede en sus dedos

– ¿Tampoco te cepillaste el pelo?

– Ya venía tarde y no me daba tiempo, ¿Qué querías que hiciera? – puchereó

– Por eso siempre vengo bien preparado – con una sonrisa sacó un pequeño peine de su mochila y se lo entregó al mayor

– Dios... ¿No tienes una botella de agua? – preguntó retante – Digo, vengo muy cansado y mi pobre boquita necesita a- –sus palabras se cortaron cuando el menor le puso una botella de agua pura enfrente de el

– ¿Necesitas otra cosa? – río burlón

– ¿Gel para manos?

Un frasco de gel desinfectante apareció frente a el.

– ¿Algo para comer?

Ahora unas galletas fueron puestas en su mesa.

– ¿Crema para la cara? Mi carita está muy se... – otra vez sus palabras quedaron en el aire cuando un bote de crema fué a parar en sus piernas

– ¿Quieres algo más?

– Y-yo... Ah! Ya sé, perfumes. Sé que ya no debe haber espacio para que cargues con perfu- ¡¿Pero qué mierda?!

 𝗔𝗟𝗙𝗔 𝗡𝗢 𝗧𝗔𝗡 𝗔𝗟𝗙𝗔 » Kaibin «Donde viven las historias. Descúbrelo ahora