Noche de baile invernal

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¿Con un nudo en la garganta mientras caminaba en dirección al salón de baile, escoltada por su padre, Elena sintió un gran vacío en el estómago, como si todo lo que hubiera vivido hubiera sido una fantasía muy cruel, el joven que conoció en verdad podría ser tan ruin, tendría ella que soportar una vida llena de miseria?, para esto su padre le estaba llamando en voz baja, ya que se había detenido en seco y no lograba dar ni un paso más, estando muy cerca del portón del salón principal.

- ¡Elena! ¡Responde!.- mirándola con una furia que no había visto antes
- Perdón, solamente, deje que mis emociones afloren.- tratando de sonar algo tranquila
- Espero que no lo arruines, Elena, sabes muy bien que está el destino de la familia en juego, por otro lado, tu madre está en el salón con el duque, por lo cual no te molestara en toda la velada, ya me encargue de eso.- soltando una risa de victoria.
- Como siempre tu humor tan sarcástico es algo que nunca cambiara en ti.- a modo de respuesta ante la queja de su padre.

Al entrar al salón, pudo ver las miradas de varias personas sobre ella y a lo lejos a su madre que estaba con el duque, por otro lado, trató de buscar con la mirada a Antonio, aunque dudaba que este, ya que era un baile para ver a las futuras candidatas de princesa heredera como una muestra de las mejores ofrendas al reino, algo que repudiaba Elena porque la hacía verse como carne de ganado expuesta ante mercaderes hambrientos.
Al llegar al centro, junto con las otras dos candidatas que están igual de arregladas, pudo sentir una tensión mucho mayor en el aire, y junto con esto las miradas que se posaban en ellas. La reina ya había estado presente desde hace mucho hasta que Elena pudo sentir su fría mirada que la recorría de pies a cabeza.

- Sean todos bienvenidos al baile invernal, una morada en la cual damos las gracias a todos por su visita y aprecio a la corona de este reino, por favor espero que el baile sea de su agrado. - mientras terminaba de tomar asiento la reina en su trono y la música comenzaba a sonar.

Pará estos se habían acercado unos jóvenes pertenecientes a familias nobles que serían los pajes en cada ronda del baile a cada joven, pero para su sorpresa no era Antonio, lo cual le dio cierta tristeza y alivio. Mientras la música sonaba suavemente ante aquel vals, Elena dejó las preocupaciones y solo se sumió en la música sin darse cuenta de que tocaba la parte del cambio de parejas y en ese momento ya no estaba el joven amable si no estaba Antonio que la observaba muy detenidamente mientas su mano en la cintura hacía que una sensación de escalofrío recorrida su espalda baja, y con los ojos marrones tan oscuros como el tronco de un árbol la miraban sin parar como si examinara a la mejora pieza de una cacería.

- Veo que es un placer tanto para usted como para mí, el poder volver a vernos, no se preocupe, no diré nada de la agresión que recibí, hace poco, creo que eso no la haría ver bien ante las demás personas. - mofándose

- Creo que usted se está equivocando, además el golpe que le propicie no es algo que le afectará, ya que por lo visto usted es una persona que puede resistir cualquier cosa, y sobre todo ser llamado el príncipe sanguinario. - tratando de alejarse mientras daban piruetas al ritmo del vals

- Veo que escucho ciertos rumores sobre mi persona, pero déjeme mencionarle que no son tan verdaderos, y para su información la sangre demora mucho en salir, aunque tenerla a usted en mi ejército sería de mucha ayuda, tiene un brazo fuerte, eso me agrada. - tratando de soltar una risa sutil, ya que los invitados se darían cuenta de que ya se conocían de mucho antes.

- ¡Su majestad por favor pediría que se controle, hoy tenemos muchas personas y no creo que sea propicio su trato hacia mí de esta manera y si se sigue acercando pensarán que estamos siendo muy cercanos o peor aún estaría aceptando su cortejo! - poniéndose colorada ante tal análisis y es que su mano no se había alejado de su cintura en ningún momento mientras bailaban.

- Creo que la pieza terminó, pero fue un gusto volver a verla, joven Elena. - terminando la pieza con un delicado beso en su mano derecha y retirándose con una venía hacia Elena.

Para esto la música había parado y la reina se había incorporado de su asiento para dar unas palabras hacia la multitud.

- ¡Queridos invitados y soberanos de las distintas naciones, se llegó a una conclusión el día de hoy sobre la elección de la futura princesa heredera, para lo cual demos un aplauso para la joven Elena del reino norte! - escuchando se una serie de palmas y palabras de alegría.

- Pará esto por favor acércate hasta donde estoy para poder hacerte presente de un adorno que paso de generación en generación de las princesas herederas.- las criadas se acercaron con una caja de terciopelo negro y al abrirlo salió un broche en forma de golondrina con una rosa espina da en su pico.

- Desde ahora serás conocida como Elena, futura princesa heredera, que tus logros y acciones hable por ti. - colocándole el broche sobre al lado derecho de su pecho.

- Es muy amable su majestad, espero poder cumplir con todas sus expectativas. - terminando con una reverencia a la reina madre.

- ¡Queridos invitados sigamos celebrando esta ocasión, música empiece! - dando orden a los músicos de la Corte.

En ese momento Elena quedó pasmada y la cabeza le había comenzado a dar vueltas, pero antes de que se pudiera desmayar, sintió como un brazo firme la sostenía. Era Antonio que había sabido como llegar hasta donde ella estaba, y poder dirigirla hasta una salida con dirección a un balcón privado que daba como vista al jardín del palacio.

- ¿Te encuentras mejor? - logrando que Elena se acomodara en uno de los sillones que estaban más próximos

- No sabría si decir que estoy aterrada o si estoy complacida con ser la futura esposa del príncipe sangriento. - a modo de mofa y cólera

- Veo que aún no nos llevaremos bien, mira, estoy tratando de ser lo más temperamental contigo y sobre todo ver el lado bueno de todo esto. - mientras caminaba de un lado al otro.

- Cuál podría ser el lado bueno, ¡no vez que no te conozco del todo, nos tratamos mal y además eres aterrador con la gente! ¡Que de bueno puede traer esta relación!.- sintiéndose enfurecida

- ¿Eso es lo que me gusta de ti Elena, eres tal cual no tienes premura de decir lo que sientes, pareces una golondrina encantadora, pero en verdad eres como un águila esperando el momento indicado para atacar y necesito una compañera como tú, o tienes miedo de ser la esposa del príncipe sangriento? - acercándose a ella y mirándola con unos ojos llenos de furia y deseo.

- ¡Solo aléjate de mí! ¡Nunca tendrá mi corazón o seré la persona que usted desea! - tratando de darle una bofetada, pero siendo su mano detenida en ese momento por Antonio.

- Creo que esa fuerza la podemos usar en otro momento, sabes, esta presa logró crear que este cazador te desee mucho más, y no será nada fácil para los dos. - Dándole un beso tan apasionado a Elena que logro derribar la mano que estaba a punto de darle una bofetada, pero en lugar de ello la pasión que estaba tan resguardada dentro de mí salió a flote de la manera más inesperada posible.

El hijo de la emperatrizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora