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Una maraña de llamas del cielo fuera de control y ojos abísmales bajo de pisos superiores segada por sentimientos de inseguridad acumulados en su portador que sufría por la enfermedad en su cama. La bestia de aspecto infernal se lanzó cuesta abajo con intenciones de atacar a todo lo que se moviera, el asesino la esquivo con facilidad mirando con atención como detrás de los tres lideres saltaban las siluetas de sus cajas armas que se presentaron para darle frente a aquello que amenazaba a sus amos, sus cabezas chocaron con la de demonio en un intento por detener su avance. El león en llamas retrocedió unos cuantos centímetros mientras que el ligre, el caballo y el dragón fueron lanzados metros abajo por la fuerza del impacto, Besta cayo de pie y estaba dispuesto a usar petrificación con tal de salir vencedor lo cual solo provoco una disputa con Escuderia quien no le permitiría hacer tal atrocidad. El dragón solo observaba la pelea y cuando se dio cuenta la gran bestia había vuelto a ser el pequeño león del décimo cielo que parecía atormentado de igual forma que su amo por alguna enfermedad.

— Así que Natsu también fue afectado —dijo dino ante la más grande revelación del día.

— ¡¿Cómo pudiste perder ante ese pequeño león maldita basura?! —reprendió Xanxus a su caja arma la cual solo le gruño en respuesta al mismo tiempo que tomaba en su hocico al pequeño león como si de un cachorro se tratase para llevarlo de regreso de donde vino.

— ¡Tsunayoshi iré a la gloria contigo! —declaro empezando una pelea con xanxus por decir estupideces.

— Cuando dejen de portarse como unos mocosos vengan a la sala de reuniones.

En el segundo piso, dentro de la habitación del décimo una mujer castaña se encargaba de cambiar cada cierto tiempo el panó húmedo con agua fría que Tsuna tenía en la cabeza, los guardianes al verse en problemas se habían aventurado por órdenes del antiguo arcobaleno del sol a buscar a Shamal por todos los medios posibles dejando solos en la casa a Haru, Kyoko y Chrome acompañadas del guardián de la niebla que alegaba ser el mejor para quedarse por el largo alcance de su poder aunque en realidad odiaba la idea de obedecerle al asesino. Ahora mismo Kyoko era la que se aseguraba de mantener bajo control los síntomas de su amigo.

— ¿Aun no le baja la fiebre? —pregunto la pelinegra sosteniendo una manta limpia.

— No, Yamamoto estuvo a cargo de el por la noche y dio aviso de su aumento febril.

— Fue cuando las medicinas perdieron efecto —dijo la pelinegra— ¿Qué deberíamos hacer?

— El doctor llegara pronto así que debemos mantener la calma.

— Aun no hay noticias de la misión —se atrevió a meterse en la plática la menor de las nieblas que había permanecido apoyada en el cristal de la puerta que daba al balcón de la habitación, mirando con tristeza a su joven jefe lo cual puso más nerviosa a sus compañeras— lo siento no quería asustarlas.

— Esta bien Chrome no te preocupes —suspiro algo apenada Haru dirigiéndose a esta para abrazarla— todos estamos muy preocupados.

— Quiero que boss despierte —pidió la niebla que comenzó a soltar pequeñas lagrimas— quiero que coma sus postres favoritos con migajas en el rostro, que beba té y regañe a los demás guardianes por las estupideces que hacen, quiero a mi familia completa de nuevo.

— Lo sabemos Chrome yo también quiero verle sonreír de nuevo —intento consolar la castaña acariciándola la mano.

— Chrome qué tal si le preparamos té medicinal a Tsuna.

— Pero no lo va a beber.

— Claro que lo hará —interrumpió Kyoko levantándose de su asiento para mirar mejor a la chica y acariciarle la cabeza— suele despertar de vez en cuando para beber agua así que podrá beberlo y eso podría ayudarlo a mejorar.

Fiebre VongolicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora