¡ O5 ⚝ sólo hazlo, hombre !

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Minho se acomodó entre sus nalgas acariciando su cintura en círculos mientras entraba lentamente, escuchándole contener el aire y soltarlo en un sollozo sobre la piel de su cuello donde se había escondido.

— M-mierda, Minho... ¿Por qué eres tan grande? D-duele...

— Shh, tranquilo —murmuró acariciándole con suavidad—. Pronto se irá.

Jeongin decidió besar sus labios en un intento de distraer el ardor, aguantándolo hasta sentirle entrar casi por completo, soltando su boca para sonreír aliviado.

Minho se contagió de la sonrisa, acunando sus mejillas para limpiar con sus pulgares las pequeñas lágrimas que escaparon de sus ojos involuntariamente ante el escozor, volviendo a probar sus labios quedándose totalmente quieto y esperando a que se acostumbrase.

Jeongin logró acostumbrarse más rápido de lo que había pensado, atrapando el labio inferior de Minho entre sus dientes y soltando un gemido cuando se removió provocando que saliera unos centímetros.

— M-Minho... —murmuró mirándole con ojos enormes— Eso... joder, muévete.

El aludido rió bajito antes de obedecerle, sosteniendo sus nalgas y comenzando a salir lentamente. Le miró cerrar los ojos y morder su labio inferior, formando una perfecta circunferencia al volver a entrar lentamente.

— Mierda... —enterró las uñas en el respaldo del sofá, pegando su frente con la ajena— Eso se siente tan... bien.

Minho no pudo evitarlo, rió ronco al verle de esa manera. Con ojos oscuros y una sonrisa hambrienta en sus finos labios, murmurando maldiciones y moviendo sutilmente sus caderas en busca de más contacto.

Pero era la primera vez que Jeongin tomaba el papel pasivo y realmente se había fascinado ante la sensación. El ardor que había sentido al principio se había convertido en puro placer. Delicioso placer. Y sólo buscaba más, mucho más, quería sentirlo entero; nunca pensó que estuviera a punto de decir lo que iba a decir...

— Rápido, Minho, más rápido —demandando con voz llena de lujuria y enterrando sus dedos en sus hombros—. Sin piedad~ .

— ¿Seguro?

— Sólo hazlo, hombre, déjame sin caminar.

— Jeong...

— Vamos, sólo hazlo —demandó sobre sus labios antes de atacarlos nuevamente, moviéndose él mismo.

Gimiendo en su boca al sentirle salir lentamente antes de enterrarse de una embestida. Fuerte y rápida, sin piedad alguna. Haciéndole sentir una corriente de placer puro entre cada rápida embestida, arrancando gemidos altos de su garganta y haciéndole hundir sus uñas en la piel de sus hombros enrojeciendo su nívea piel.

Minho gruñó ante el ardor de sus uñas lastimando su piel combinado con el placentero dolor de las paredes internas apretándole tan jodidamente bien.

— J-joder, Yang —murmuró ronco hundiendo su nariz en la curvatura de su hombro y apresando sus nalgas entre sus dedos sin dejar de moverse rápidamente—. No a-aprietes tanto.

Jeongin sonrió travieso antes de apretarle por su propia cuenta sacándole un gruñido entre dientes. Minho le tumbó sobre el sofá acomodándose sobre él, levantando sus piernas para dejarlas sobre sus hombros y apoyarse de ellas comenzando a moverse de nuevo. Rápido, duro, fuerte.

Escuchó a Yang gemir más alto, enterrando los dedos en el sofá y soltando maldiciones bajas e insultos hacia su persona. La sensación de estar dentro de ese glorioso trasero formado que siempre había estado provocándole era mucho mejor de lo que había imaginado nunca.

── you'll be mine !Donde viven las historias. Descúbrelo ahora