♡𝕰𝖕í𝖑𝖔𝖌𝖔

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Todavía con el pasar de los años le costaba creer todo lo que había sucedido, como comenzó y como estaba fluyendo. Era increíble, una historia fantasiosa capaz de dejar consternados a aquellos que se les fuera contada, sin ni siquiera darle de dicha de reaccionar correctamente. Una verdad tan extrañamente impresionante que los niños no dejaba de pedir repetición de aquel acontecimiento.

Aún las flores seguían tan coloridas como el primer día que despertó después de la noche catastrófica.

La brisa seguía tan cálidamente, como una caricia muda en su piel.

Y el pasto tan verde, adornado por las gotas de rocío de las lloviznas, haciendo una exquisitez al tacto bajo las plantas de sus pies. Jamás dejará de amar esa sensación.

De pronto no sabía porque, pero el recuerdo de Mj lo atenazo como una helada brisa.

Aquel Omega, una vez que sanaron sus heridas, había decidido irse por su lado. DongMin no sabía nada de él. Lo último que vió fue cuando Mj se subió en el barco con algunos pueblerinos que habían sobrevivido a la masacre.

Mj había chocado su frente con la de él ese momento. Transmitiendole una paz inaudita, un escalofrío en todo su cuerpo. No pudo evitar sollozar

— Te quiero mucho... — Confesó Mj, con una sonrisa tranquila antes de depositar un beso en su frente, dejando los labios ahí un rato.

— Yo también te quiero. Te voy a extrañar — Musitó DongMin, apenas coherente por los espasmos de el llanto que oprimía su corazón.

— Igualmente. Cuídate mucho, y... Gracias DongMin, gracias por todo lo que hiciste por mí. Jamás te olvidaré...

DongMin lloraba como nunca lo había hecho. Atrajo a Mj a su cuerpo, envolviéndolo con sus brazos. Hicieron un pacto sagrado, jurando que algún día volverían a verse.

Era la despedida más dolorosa que había tenido en su vida.

A fin de cuentas... Hizo un amigo, hizo un colega, hizo un compañero que compartía los mismos sentimientos que él, que había vivido sufrimiento.

Mj ya sonreía con tranquilidad, Mj ya no vivía agobiado, ni tampoco en aquella bruma de tinieblas dónde la melancolía lo tenían atrapado.

Mj se marchó en aquel barco para darle inicio a una nueva vida, separado de todo los traumas y todo el dolor que le recordaba manejar una espada. De el tener que ser un Omega cruel para darle miedo a los demás para defensa propia. Ahora sería él. Sería Myung jun.

Y DongMin tuvo que verlo irse. Derramó largas y constantes lágrimas por su mejillas mientras el barco se alejaba cada vez más. Llevándose consigo un guerrero de la vida que aprendió a querer con toda su alma.

Se hundió en la melancolía mientras sus ojos estaban perdidos en aquellos dos alfas que combatían duramente a unos largos metros de él. Sin embargo, a pesar de estar sereno, en un extraño letargo, estaba al pendiente de que puedan llegar a lastimarse.

Escuchaba los gruñidos, el sonido metal de las espadas chocar entre sí, el olor agrio y amargo de alfas enojados.

Su nariz se frunció un poco por el disgusto, y su corazón dió un fuerte latido cuando vió como el alfa mayor rozó su espada por el hombro de la piel de el chico más joven, sacándole un quejido de dolor al cortarlo un poco. DongMin reaccionó de inmediato, alarmado. Se levantó de el tronco dónde estaba sentado y corrió hacia ellos.

— ¡Ya esta bueno! — Se interpuso. Se dirigió a dónde estaba el alfa menor y lo tomó de el brazo para poder ver su herida, la cual era algo profunda y sangraba un poco. — Dios... MoonBin, me habías prometido que no habrá sangre ni golpes fuertes.

𝐂𝐚𝐩𝐭𝐚𝐢𝐧 𝐌𝐨𝐨𝐧 [ OMEGAVERSE] ᵇⁱⁿʷᵒᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora