May 1

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Me coloqué los audífonos y puse una canción de Conan Gray, Heather,   meti mi celular en el bolsillo de mi pantalón. Continue caminando a ruta del colegio, caminaba como 30 minutos más o menos. La preparatoria no es muy moderna, no tiene muchos alumnos, no cuenta con los mejores servicios, no es como esas típicas escuelas con dos plantas, o con casilleros, ni muchos menos con comedor, la verdad es muy pobre al igual que la comunidad, a veces me daba vergüenza estudiar ahí.   

Me encontraba en la carretera con algunos alumnos de la secundaria y compañeros de mi grupo, y no los saludé, me adelanté ignorando sus presencias. Me gusta caminar sola escuchando alguna canción, no me gusta que me miren porque se me olvida como caminar y luego se me achueca las piernas, mucho menos que alguien me acompañe cuando me dirija a la escuela.

Algunas veces mis compañeras me alcanzaban e iban conmigo, las detestaba por eso, interrumpen mi momento solitario. Quería decirles que se alejarán de mí o que se callarán porque hablaban de cosas que no es de mi incumbencia y no me interesaba. Yo me quedaba callada, amaba el silencio, y no me importaba que esa persona se sintiera incómoda. Y no los alejaba de mí porque mis padres me habían enseñado que es de mala educación hacerlo, y tomaba en cuenta sus palabras que aguantaba esas presencias.

Divisé el pelo rojo de mi compañera, era la única chica con cabello distinto en toda la comunidad. Ella se consideraba como mi amiga, y yo, también la tomaba como una. Pero me hartaba la mayoría de las veces.

Que no me vea, pensé y rogué.

Tampoco era que no la soportaba del todo, a veces venía de buen humor y me juntaba con ella, bueno, básicamente me juntaba con ella todos los malditos días, ella y mi otra mejor amiga.

Ella venía con su típico look chafa y horrenda, aunque la consideraba bonita no sé sabía vestir, no aprovechaba su belleza. Su pantalón de un color vino, igual su suéter y blusa, solo sus tenis son de otro color, negro.

Camine lento para no alcanzarla.

Odiaba juntarme con ella, fingía caerme bien solo para cumplir con las palabras de mis padres.

Después de la pandemia que mató a millones, y disminuyó un poco, entramos a clases presenciales, solo un día a la semana y cada semestre les tocaba un día. Ahora que la pandemia ha desaparecido, no del todo, ahora estamos estudiando todos los días.

Ella volteó a verme y disminuyó su caminata. Quise gritar una grosería en ese instante, pero opté por patear una piedrita.

Ya quisiera la perra, pensé.

Un señor paso a mi lado y me saludó, a lo que yo no lo hice porque no estaba segura de que me haya saludado. Que importa, veían que iba con audífonos, ¿Por qué me saludaban? Con cara de fastidio, cambie otra canción.

Llegué a la ruta que llevaba directamente a la escuela, es una subida bastante agotadora. Suspire hondo, mi compañera se encontraba a unos metros de mí, y no pensaba alcanzarla, está es mi mejor salida para excusarme de la subida. Comencé con mi caminata.

Faltaba poco para llegar y eso me ponía incómoda, ya que no era muy social, pero era un poco conocida gracias a las babosadas que hacía con mi mejor amiga. Sí, tenía una mejor amiga, irónico que ahora sea mi mejor amiga cuando antes me hizo la vida imposible y por su culpa caí en la depresión y la ansiedad.

Dejé de lado esos recuerdos tormentosos.

A mí temprana edad ya sabía lo que era tener depresión y ansiedad. Tenía 17 años, y pronto cumpliría 18, faltaba poco para irme de esté comunidad sin progreso.

Con el sudor en la frente y mi cabello húmedo por ella, llegué hasta la zona plana. Me limpie con la manga de mi suéter. Algunos alumnos no entraban aún, y eran esos que se creían machines, o fumaban marihuana. Es más, en la comunidad ya los jóvenes son muy machines. Marihuanas. Drogadictos. Patéticos.

Pase mi mochila hacia adelante para sacar mi cubrebocas, muchos lo usaban solo para ocultar su cara, ya que tenían muchas inseguridades, como mi amiga, yo solo lo usaba porque sí, a veces mi inseguridad se hacía presente, pero lo ocultaba, nada más bueno que saber fingir algo que no tengo, pero... Pocas veces eran que hacía eso, la mayoría del tiempo me mostraba sin una inseguridad, demostraba que tenía amor propio, y es que lo tengo. Tengo ego, autoestima, (aunque a veces me la rebajaban) amor propio, dignidad, orgullo, tenía todo menos dinero. Solo eso me faltaba, pero lo voy a conseguir cueste lo que cueste, si me proponía algo lo lograba, para mí, no hay miramientos atrás, ni remordimiento.

Me la puse y mi mochila retomo su lugar. Alumnos ya estaban en el portón, esperando que abriera, aun no llegaban los profesores, odiaba eso. Cuando llegue a la mira, todos me miraron como si fuese las más interesante en ese momento, siempre lo hacían, hasta yo, o solamente estaba en mi cabeza. Algunos son conocidos, compañeros y otros simplemente no me interesaba.

Aún no llegaba Ella, mi mejor amiga.

La pelirroja, Luz, se juntó con otras. Ahora me miraba, tal vez por qué no fui con ella. Ahora mismo no quería estar con nadie, odiaba a la gente. Me daba asco todo. Eche un vistazo a todos, algunos estaban sentados en las bancas de la pequeña tienda, ahí compraban a la hora de recreo, nadie traía su desayuno, ni yo, así era y siempre será. Nadie desayunaba ni almorzaba porque les daba vergüenza comer en frente de todos. Pocas veces eran las que yo traía desayuno, eran casi nulas. La comunidad está regida en costumbres, toda la gente era de mente cerrada, surrealistas para mí.

Ahí estaban grupos de amigos, platicando, chismoseando, riendo, siento sociales. Odiaba sus risas. Aleje mi vista y la clave en la carretera, escuchando el ritmo de la música. Me llegue apoyar en la maya que cerraba el portón y toda la escuela. Centre mi atención a la carretera, y ojalá nadie viniera a molestarme.

   

Marx y MayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora