II

5 0 0
                                    

Cuando cumplí 18 años me fui de la casa. A mis padres no les importo de a mucho, de hecho, ni siquiera protestaron cuando se los dije. Pensaron que era lo mejor, no para mi, sino para ellos.

Después de aquel 11 de Julio mis padres pasaron de verme como una hija a verme como una carga, o como lo llama mi padre: "una deshonra para la familia" . Conocí ese término cuando mi abuelo hablaba con papá sobre el tío Alexis -el hermano menor de papá-. El abuelo siempre decía que solo era un estorbo que ni siquiera había terminado la secundaria y comenzaba a compararlo con los logros que tenía papá.

En ese entonces imaginaba lo feo que debía sentirse ser tratado así por tu propio padre, hoy en día luego de haberlo vivido en carne propia, me da un poco igual, no era tan malo como pensaba. Los meses duelen cuando tus padres pasan de ti, cuando empiezas a depender de ti mismo para todo, pero una vez te acostumbras ya pasas de ello y comienzas a enfocarte en lo único que importa. 

Tu mismo.

Suena egoísta, lo se, pero una vez que te das cuenta de que solo estas tú para todo y que cualquier cosa que hagas depende de ti, empiezas a entender que no es un pensamiento egoísta, sino mas bien próspero para ti y tu futuro.  

Hace unos pocos días cumplí 21 ¿Qué rápido pasa el tiempo, no? Había aprendido a adaptarme a la soledad y a sobrevivir en ella. Estaba viviendo en un piso en el centro de Barcelona, era pequeño y acogedor, justo lo que necesitaba. Además me venía perfecto al estar ubicado en medio de la ciudad. Quedaba cerca a todos los puntos importantes para mí; la universidad, el banco, los restaurantes, el parque principal. 

Mi piso quedaba en la ultima planta en un edificio de seis. Me encantaba salir en la madrugada, asomarme por el balcón y fumar mientras veía la ciudad. Era nostálgico pero tan reconfortante a la vez, solía intercalar las cosas con las que salía. A veces era un cigarro, otras veces era un café, incluso varias veces llegue a salir con uno de esos batidos verdes que saben a mierda pero son "saludables".

A pesar de todo, mis pensamientos siempre seguían siendo los mismos. Salía de casa con el único pensamiento de ser arrollado por un coche y morir allí, o que un loco se acercara y me apuñalara de la nada. Nunca cambie mis pensamientos suicidas, sin importar si vivía bien o no, siempre estaban ahí. 

Todos los seres humanos tenemos un límite y el mío ya se había sobrepasado hace muchísimo tiempo. Estaba harto de estar solo, había vivido tantas cosas en tan pocos años que acabaron conmigo de un todo, la única pregunta que nunca dejo de rondar por mi mente era:

"¿Cuándo le encontraré sentido a mi vida?"

Incluso en la universidad era lo mismo, todos los días subía a la azotea, concretamente cuando oscurecía. Solía colarme sin que el guarda se diera cuenta y allí me quedaba por unas horas, fumando, viendo desde el borde que tan alto era, con el jodido pensamiento de tirarme.

Pero nunca lo hice.

Siempre me considere una persona cobarde por ello, porque no tenía el suficiente valor de acabar con todo esto de una puñetera vez, porque no era capaz de suicidarme, de tirarme al vacío sin pensarlo dos veces, de encontrar aquello a lo que llaman descanso eterno.

Hoy era un día como esos, sin embargo, esta vez había una diferencia. Esta vez si pensaba hacerlo.

 Y allí me encontraba. En la azotea de aquella prestigiosa universidad por la cual me esforcé tanto para entrar, mirando al vacío, pensando en que pasaría cuando mi cuerpo tocara el suelo. Apunto de saltar.

Entonces una voz masculina me interrumpió. 

-Es una altura considerable, ¿Verdad?- Su voz era grave, sin embargo, había cierta suavidad en ella.

Mire de reojo el lugar del cual provenía aquella voz, rogando porque no fuera el guarda, sin embargo, me encontré con algo completamente diferente.

Era un chico bastante joven, se podría decir que era de mi misma edad, pero no podía confirmarlo, no le conocía. Estaba vestido con una camiseta roja, una chaqueta de cuero por encima de esta y unos vaqueros negros, acompañado con unas botas trenzadas del mismo color. 

Con la poca iluminación que había pude divisar su pálida piel y su mandíbula marcada, además de aquel cabello azabache y alborotado que tenía.

Odiaba admitirlo, pero era jodidamente atractivo. Sin darme cuenta de cuánto tiempo había pasado analizándole, olvide la pregunta que me había hecho.

-¿Hm?- murmuré sin apartar mi vista de aquella silueta que apenas se podía presenciar en tan poca oscuridad.

Entonces el comenzó a caminar hacia mí con pasos lentos y persuasivos. Por alguna razón pensaba que cualquier movimiento podría asustarme y hacerme saltar.  No había notado en que momento se encontraba detrás mío hasta que sentí sus fuertes manos en mi cintura, bajándome de aquel peligroso lugar en el que estaba trepado.

Mi respiración se volvió entrecortada, malos recuerdos inundaban mi mente al ser tocado por esa zona. Me baje tan rápido como pude y le aparte con un leve empujón haciendo que retrocediera.

-No me toques- Mi tono de voz era frío, distante. Agradecí que el lo notara, pues inmediatamente alzo sus manos en señal de paz, dedicándome una sonrisa.

-Tranquila, solo quería cerciorarme de que no saltarías- Comentó aún sin apartar su mirada de mi. Notaba el brillo en sus ojos, la compasión en estos, además debía admitir que sus ojos eran sin duda los más lindos que había visto alguna vez.

Eran azules, recordándome el cielo despejado que solía ver en mi niñez, cuando aún le encontraba belleza a cosas tan insignificantes como esa. Eran tan profundos, misteriosos, indescifrables, contrastando perfectamente con su cabello azabache, notando como algunos mechones rebeldes caían delicadamente sobre su frente.

"¿Por qué estoy viendo eso? Tampoco es que me importe" Pensé, apartando la mirada de inmediato.

Un suspiro pesado salió de mis labios con una pequeña lagrima deslizándose por mi mejilla justo después. 

Lo había intentado, luego de tantos años finalmente había tenido el valor para hacerlo. De no ser por este chico esta vez si lo habría conseguido y eso por alguna razón me termino de romper.

¿En que momento tuve que terminar así? ¿Por qué no puedo vivir como una persona normal? ¿Por qué la única solución que le encuentro a todo es la muerte?

Entre tantas preguntas que pasaban por mi mente terminé en el suelo arrodillado, comenzando a llorar. Por medio de lágrimas solté todo el sufrimiento que había cargado durante tantos años, desde el momento en el que mis padres comenzaron a rechazarme hasta ahora. 

Un abrazo, un simple abrazo lleno de cariño fraternal era lo único que anhelaba, el que por tantos años quise recibir por parte de mi padre, acompañado de un "todo va a estar bien, ya estas a salvo".

Y aquel hombre frente a mi hizo lo que mi padre jamás pudo hacer. Se arrodillo a mi altura, rodeando mi cuerpo con sus fuertes brazos, transmitiéndome seguridad, seguridad que extrañamente nunca llegue a sentir en mi propia casa. De forma dulce y cálida, me dio el abrazo que durante tantos años anhele, y aquel extraño, aquel hombre que yacía frente a mi, me hizo sentir aquella sensación de protección que nunca percibí por ninguno de los miembros de mi familia.

-Suéltalo todo.

Dos palabras bastaban para tenerme hecho un río de lágrimas. Entendí que es cierto cuando dicen que un abrazo puede generar tantas emociones en un segundo, porque durante un instante, durante una milésima de segundo, agradecí que aquel chico me hubiese salvado, que no haya permitido que me tirase, que estuviese allí y no haya dejado que acabará con mi vida de esa forma.

Le agradecí de formas innumerables en mi mente, y a pesar de que el contacto físico no es de mi agrado, correspondí a su abrazo de la misma manera. Lo rodee con mis brazos justo como el hizo conmigo, y pude sentir luego de tanto tiempo la calidez de una persona a la que si quería tocar.

 Quizás la vida no era tan mala como pensaba, al menos era un primer paso. Un primer gran paso.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 16, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

sentido a mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora