⬪˖ ── ✧˚𝘀𝗽𝗲𝗹𝗹 𝗼𝗻 𝘆𝗼𝘂
❪ a hocus pocus 2 fanfic ❫
❛ Now the witch is back,
and there's hell to pay. ❜
━━━ en dónde veintinueve años después,
una nueva winchester y tres chicas deben
hacerle frente a...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
❃‧₊˚ ── : capítulo tres, the legend
Trabajar en la tienda de magia era una de las cosas favoritas de Leta. Excepto en Halloween, porque era el día más ocupado del año, lo cuál era bueno para las ventas, pero también era realmente agotador para quien tuviera el último turno, y esa era ella.
— Aquí están las llaves. — Max le entregó un llavero a Leta, y ella de inmediato lo ancló a su cinturón para evitar perderlo — Asegúrate de que la vitrina del libro este correctamente cerrada, al igual que todas las ventanas.
— Lo sé, papá. No te preocupes, no es la primera vez que cierro la tienda. — contestó Leta.
— Y no olvides dejarle algo de comida a Binx, porque tu madre y yo vendremos a recogerlo hasta después de la medianoche. — le recordó su padre, la adolescente asintió en respuesta.
Leta miró el reloj de la pared, faltaban cinco minutos para que la tienda se llenará de clientes, en su mayoría niños que venían con sus padres o hermanos a escuchar la leyenda de las hermanas Sanderson contada por Gilbert. Y una vez que la historia terminará, el caos iniciaría, porque los niños estarían corriendo por todas partes y rogando a sus padres que les comprarán una de las replicas del libro de hechizos de Winifred o un peluche del gato negro, Thackery Binx.
— Por cierto, tu madre y yo decidimos que tienes permiso de regresar a casa hasta las tres esta noche. — Leta soltó un chillido de emoción — Pero tienes que cumplir con tu parte del trato y trabajar doble turno este fin de semana.
— ¡Sí, claro, por supuesto! No hay problema. — replico ella de inmediato.
— Ah, casi lo olvido. — Max se recargo sobre el mostrador — Tienes suerte de que fui yo quien respondió la llamada de tu escuela notificando que estarías castigada el sábado por la mañana, y no tu madre. O tendrías que trabajar el doble turno y aún así estarías de vuelta en casa a la medianoche.
Leta apretó los labios por un segundo antes de volver hablar: — ¿Vas a decirle? — preguntó.
— No. Pero a cambio de que lo mantenga en secreto y darte una coartada creíble para que puedas ir a tu castigo la mañana del sábado sin que tu madre sospeche, voy a necesitar que hagas algo por mí.
