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── ¿Se puede saber que hace El Invencible Mikey, llorando frente a mi Iglesia? ──una voz gruesa y dura me habló, conocía esa voz.
Levanté la mirada para afirmar mis sospechas y no me sorprendi al ver que eran ciertas.

── Taiju Shiba.

Podía notar la expresión de disgusto mesclada con confusión.
Aunque parece que no le molestó mi presencia, no del todo por lo menos, ya que solamente carraspeó y camino derecho hasta la gran puerta de la iglesia, sacando unas llaves del bolsillo de su abrigo y abriendo la puerta.

Note que de reojo se fijaba en mis pies ensangrentados y vi sus pupilas dilatadas levemente.
Cuando entro al establecimiento, no llegaron a pasar ni cinco minutos que volvió a salir, pero esta vez sin el gran saco que traía puesto y con una manta en las manos.
Lo veía atentamente, se fue acercando a mi a paso meticuloso, como si intentará entrar en confianza para que no lo atacará.

No soy un gato, Alfa tonto.

Una vez estuvo a más o menos dos pasos de mi, estiró la manta con ambas manos y me cubrió con ella; me ví medio obligado a estirar mi cuerpo para estar más cómodo.
Me envolvió con la tela y me cargo en brazos.
De la tipica y un tanto cliché forma princesa, lo mire extrañado sin pudor mientras cargaba mi para nada pesado cuerpo y entraba nuevamente al edificio cerrando la puerta de una parada en el proceso.
Y al parecer entendió mi confusión porque me contestó:

── Dios nunca me perdonaría si dejo a un Omega solo en medio de la calle a altas horas de la noche ──respuesta ingeniosa, te creo── No creas que olvide lo que pasó esa Navidad. El recuerdo sigue bien presente.

Rei al recordar la noche en la que le petee el trasero a ese estúpido Alfa religioso.
Camino desde la entrada hasta la primer fila de bancos por el pasillo principal, de forma lenta ya que yo seguía con el cuerpo rígido y mis pies seguian soltando sangre, su agarre era ni muy fuerte ni muy flojo un una simples palabra, perfecto. Se hubiera sonrojado si fuera otra persona y en otras condiciones, ahora no tenía fuerzas ni ganas para eso.
Llegamos a la primer fila y me sentó
casi me tiro en uno de los bancos, camino hasta el podio; agarró una gasas, cintas médicas y alcohol.

¿Porque hay ese tipo de cosas en una Iglesia?

Supongo que luego de sus peleas viene hasta aquí. Poco producente; si lo lastimaran de gravedad, hasta que llegara aquí ya se hubiese desangrado.
Sus pisadas resuenan en todo el edificio.
Vuelve a acercarse y deja las cosas de "primeros auxilios" en el banco justo al lado mio.
Toma mi pie derecho y revisa la planta para ver qué no haya más vidrios ni basura y lo que había lo sacaba con una pinsita ¿En que momento agarró eso?, para luego tirarme alcohol.

── ¡Ahg! ──me queje ante el leve ardor pero le importo poco y me ignoro; y siguió con ponerme las gasas con la cinta de papel.
Para hacer exactamente lo mismo en mi otro pie.

Una vez que termino de vendarme la pies dejo lo que sobraba de lo que uso para curarme donde estaba y regreso al frente mio junto con una silla que estaba por ahí.
Se sentó y me miró fijamente, apoyando sus codos sobre sus rodillas; me estremeci ante la penetrante mirada e intente acomodarme aún envuelto en la manta.
Acerco su gran mano a mi rostro y yo no puse resistencia, seco mis lágrimas aún vigentes y limpio las ya secas que eran bastantes a decir verdad.
Y volvió a su posición inicial.

── Habla, Omega ──uso su voz de Alfa, que desagradable y aunque no la uso para algo perjudicial detesto que los Alfas la usen para obligar a los Omegas o Alfas de rangos inferiores a hacer lo que ellos quieran── No me hagas pedirtelo otra vez.

Gimotee desconforme y me removí en mi lugar envolviéndome mejor── Mi Alfa me dijo que no soy su verdadero destinado... ──aclare cortante y breve, sin muchas explicaciones.

MY DESTINED ¡!── TAIKEY (cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora