Capitulo 4: y... ¿Tal vez... podríamos...?

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Luego de algunos tragos, las risas y caricias inocentes se acercaban cada vez un poco más a nosotros. Ella estaba mucho más eufórica, pero sus ojos escondían cierto destello de tristeza; seamos consciente que hace apenas unas horas había estado llorando sobre la tumba de su mejor amiga, pero tampoco iba a tener que recordarle eso y mucho menos que la vi.

- Dime Derek -dijo de repente, ya sudando un poco por todo el alcohol ingerido.

- Si Elizabeth, soy todo oídos para tu bonita voz. -dije sin siquiera tener tiempo a razonar lo que acabé de decir.

- Ok, tal vez me arrepienta de decírtelo, como vos podrías a arrepentir de lo que acabas de decir -hizo una pequeña pausa e hizo un fuerte suspiro-, ¿pero podrías decirme porque me ignoraste tanto tiempo? Se que fueron algunos días nada más, pero fue lo que sentí.

Trate de razonar lo que acababa de decirme, lo que acababa de soltar su aliento y lo que estuvo conteniendo algunos días. Fue una sensación de felicidad con tristeza entrelazadas, no sabría describirla bien, pero solo sé que no podía vivir nuevamente en el mismo escenario.

- Fueron días, Elizabeth. Estuve muy ocupado en casa y podía subsistir con lo que tenía en la nevera. -dije tratando de minimizar sus propios sentimientos.

Que estúpido eres, Derek.

Se mantuvo en silencio unos minutos que se hicieron eternos, moviendo sus dedos sin dirección exacta, hasta que logró emitir sonido.

- Tienes razón, tal vez fue una idea errónea en mi cabeza. -dijo poco convencida- Discúlpame si te puse en compromiso de responder tremenda ridiculez.

Termino la última palabra con una leve sonrisa triste, de las que no se contagia por nada en el mundo, pero que las percibes y sientes como si fuese tuya.

En ese preciso momento daba todo por acabado, ya que poseo el don de percibir el idioma corporal y entendía perfectamente todo: se mantenía inquieta, nerviosa y su cabeza se encontraba en una duda constante, sus arterias seguramente dilataban como locas, al igual que sus ojos, su respiración era rápida e insostenible, sus labios se mantenían cerrados y ceñidos, sus dedos temblorosos jugaban en la mesada.

Todo parecía perdido, pero la canción que sonaba en los parlantes de ese lugar llegó para tranquilizar toda guerra ocasionada, todo mal disfrazado y ayudar a pasar el mal trago.

Ella se mantuvo los primeros segundos moviéndose en su asiento al ritmo de la melodía, inclinando despacio su cabeza para ambos lados, cerrando sus ojos levemente.

Yo decidí observarla, quedarme con ese recuerdo fugaz, con esta noche algo rara, pero reconfortante en este preciso momento. Tal vez estaba tan sumido en sus movimientos, que no pude ser consciente de lo que acababa de pasar delante de mis narices: otro chico se acercó a Elizabeth y le propuso bailar juntos, y ella respondió que sí.

No lo podía creer, esa imagen era increíble y no en el buen sentido. Miles de emociones explotaban dentro de mí, pero mantenía mi mirada en ellos. Se mantenían cerca uno del otro, pero no tanto como para que él pueda realizar algo indebido.

Fue hasta que susurró algo en su oído y ella pudo sonreír feliz. Eso pudo hacerme despertar y hacer que todo de mi se disponga al ataque.

Trate de acercarme lo más rápido posible a ellos y tiré de ella suavemente, para que permanezca a mi lado.

- Disculpe caballero, pero la escenita de celos ya finalizó. -pudieron soltar mis labios en ese momento.

- ¿La señorita se sentía muy a gusto conmigo, no es así? –dijo seguro de lo que estaba por hacer.

Pude soltar una risa de rabia antes de hablar.

- La "señorita" es mi novia para tu agradable sorpresa, no cariño? Sinceramente me pusiste de pelos si era tu objetivo. -dije acercando mi mano a la de ella para poder entrelazarlas.

Ella divagó un rato entre sus pensamientos, manteniendo su mirada fija en la mía, hasta que pudo emitir sonido.

- Cariño, estoy a gusto bailando con el joven, no intento realizar ningún acto desubicado, aun mas porque su orientación sexual apunta hacia otros gustos. -dijo mientras soltaba mi mano con fuerza y volvía a tomar asiento cerca de la barra.

Quede tieso pensando en que decirle a la persona que tenía al lado.

- O sea, ¿que yo podría gustarte más que ella?

- Si "cariño", solamente deseaba ayudarla a llamar tu maldita atención. -dijo apuntándome con su índice-. El plan es así ahora: haré que repitan la canción solo para que bailes junto a ella.

- Pero ella no querrá hacerlo, parece ser orgullosa.

- Toda chica quiere eso, inclusive yo.

Dicho lo último, este fue a hablar con el dj que parecía ser un conocido y repitieron nuevamente la canción.

El alcohol ya se me había asentado, al igual que su efecto, así que todo seria a consciencia limpia y para atesorar el momento en la cajita fuerte.

Me acerque a ella aún nervioso, pero tome su mano muy decidido y la centre en la pista de baile junto a mí. No hablamos, simplemente concentramos nuestras miradas en el otro y nos dejamos llevar por Fade Into You. 

Sin darme cuenta, su silueta estaba pegada a mí, mi mano navegaba por su espalda baja sosteniéndola con mas fuerza, las respiraciones se mantenían entrecortadas y nuestras bocas a un centímetro de realizar una guerra que podría terminar en otro lugar. Quería afrontar todo tipo de consecuencia por acariciar parte de ella y convencerme a mi mismo de una realidad mucho más bonita a su lado... pero ella se apartó al finalizar la canción.

Me mantuvo pensativo y raro, mientras la veía recogiendo sus cosas y salir por la misma puerta en la que entro hace dos horas, con un amanecer semi pintado y parte de mi que se fue puesto en ella y en lo que pudo hacer hace unos segundos.

No dude en seguirla y poder acompañarla a donde fuese que iría, pero perdí su rastro al salir de aquel lugar.

La brisa fresca del amanecer me abrazo y me quedé en ella por un largo rato, hasta que concluyó aquel razonamiento y pude retomar camino a mi pequeño hogar.

Tal vez si... 

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⏰ Última actualización: Oct 16, 2022 ⏰

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La magia que enreda sus ojos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora