4. Nitofilia.

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¡Feliz 2023!

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Yo no nací para soñarte, ni tú para estar conmigo.


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Mi cabeza dolía y palpitaba. Mi estómago parecía tener vida propia, tal parecía que una tormenta se estaba desarrollando dentro de él. Estaba segura de que volvería a vomitar en cualquier momento. Me sostuve fuerte de una pared para no perder el equilibrio y evitar caerme en el suelo mojado de la sala de mi casa.

Ese había sido mi castigo por llegar exageradamente tarde la madrugada después de la fiesta.

Y con un bonus incluído: ridículamente borracha.

Supongo que disfruté sin reservas la fiesta del Innombrable y rompí la promesa de volver sobria a casa.

Podía afirmar que a Sophie no le había afectado tanto la resaca, ya que estaba acostumbrada a tomar los fines de semana, pero yo no corría con la misma suerte.

No había probado una sola gota de alcohol en mi vida antes de ir a esa estúpida fiesta y como resultado, me encontraba pálida, con los labios resecos y cuartiados y unas ojeras tremendas bajo mis ojos. En ese instante solo quería dormir tres días seguidos en una habitación oscura, sin que nadie me molestara.

Pero ahí estaba yo, con trapeador en mano un domingo a las ocho de la mañana, limpiando uno de mis tantos vómitos.

—Debes limpiar con más ímpetu —se burló mi hermano bajando las escaleras, perfectamente vestido, con su ropa pulcra y la mochila de la escuela en su hombro.

Era domingo ¿A quién se le ocurriría ir a estudiar en grupo cuando podías simplemente dormir todo el día?

A Kylen, era demasiado obvio.

Quizás por eso siempre sacaba las mejores notas de su clase y pasaba los cursos con promedios excelentes, mientras yo a duras penas lograba pasar los semestres.

—¿Por qué mejor no lo haces tú, cerebrito? —le respondí hastiada. Me sentía horrible y consideraba que era demasiado temprano para tener que aguantar sus bromas pesadas hacia mi persona.

—Yo no soy la que dejó rastros de vómito por toda la casa —dijo orgulloso, con el mentón en alto y un brillo de burla en sus ojos azules.

Claro. Él tenía que recordarme mis meteduras de pata siempre que tenía la oportunidad, y ustedes y yo sabemos que no desaprovechaba ninguna.

—Kylen, cariño, ven a la cocina ¡Se te va a enfriar el desayuno! —gritó mamá desde el pasillo.

Por supuesto que mamá no me había mencionado. Estaba lo suficientemente molesta como para querer evitar tenerme en frente. No me quejaba, la verdad no tenía ganas de otra reprimienda.

Bastante había tenido a las cinco de la mañana cuando nos había tenido que ir a buscar a Sophie y a mí porque nos habíamos perdido en el camino de regreso a casa. Y también con un bonus: con la ropa echa un desastre y demasiado risueñas.

Aún recuerdo su cara de disgusto, y sabía que entre las razones de su enfado, se encontraba que deseaba que estuviera bien y cuidara mi salud. Soy consciente de que merecía que me castigara. A fin de cuentas, había roto mi promesa ¡Y de qué manera!

Ambas sabíamos que llegar ebria a horas absurdas no era algo que yo haría, pero la situación lo ameritaba. Sacudí mi cabeza inconscientemente, tratando de olvidar el tema y me concentré en buscar fuerzas de dónde no las tenía para seguir limpiando.

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⏰ Última actualización: May 22, 2023 ⏰

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