Capítulo 1 - La nueva inquilina

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—Pss, Rach —susurró alguien a mi oído. Me retorcí un poco, dándome la vuelta como pude en el escaso espacio que tenía el sofá—. ¡Rachel!

Abrí los ojos de golpe y agité mi brazo al aire, arrasando con lo que encontró en su camino que, en este caso, resultó ser la cara de Zack.

—¡Ay, bruta! —se quejó llevándose la mano a la zona golpeada.

—¿Cómo se te ocurre despertarme así?

—Porque no había manera de que despertaras —masajeó su mejilla, mirándome con algo de rencor—. Espabílate. Dentro de un rato viene Ellie.

—¿Quién?

—Ellie, la nueva inquilina.

—Ah —crují mi espalda, que estaba algo entumecida por dormir en el sofá—. ¿Por qué me despiertas por eso?

—Porque no creo que dé muy buena impresión que lo primero que vea al entrar sea a ti durmiendo en el salón.

—¿Y por qué querría causarle buena impresión?

—Para que seáis amigas para siempre, vayáis de compras y os contéis secretitos, yo qué sé. Lo que hagáis las chicas.

—Claro, y de paso vemos series por las noches comiendo aceitunas —ironicé—. Sé realista.

Zack rodó los ojos. Sabía que dialogar conmigo a veces era misión imposible. Nada más levantarme del sofá se puso a recolocar los cojines en su posición correcta. Miró su trabajo con el ceño fruncido y, al no estar conforme, volvió a repetirlo tres veces más.

Yo, por mi parte, fui a prepararme el desayuno, concretamente unos deliciosísimos cereales con leche. Pensé en ponerme con mi teléfono, pero el espectáculo que estaba dando Zack corriendo histérico de un lado para otro no tenía precio.

—¿Puedes relajarte? Viene una nueva compañera, no un inspector de sanidad.

Segunda vez en lo que llevo despierta que Zack me fulmina con la mirada.

—Quiero que Alice y tú os comportéis... —levantó el dedo en mi dirección.

—¿Cuándo no lo hacemos?

—... y que seáis simpáticas.

—¿Cuándo no lo somos? —Zack me sostuvo la mirada, por lo que tuve que corregir mi frase—. ¿Cuándo no lo soy?

Antes de que pudiera contestar, Ally salió de la habitación, por lo que se convirtió en la nueva víctima de la histeria de Zack sobre que todo estuviera perfecto. Como no me interesaba escuchar lo mismo dos veces, comencé a recoger mis cosas del desayuno. Al dejar mi cuenco vacío de cereales en el fregadero, se me ocurrió una idea. Saqué el teléfono y busqué la receta de galletas más sencilla de hacer que hubiera en Internet.

¿Zack no quería buena impresión? Qué mejor que unas galletas recién hechas.

Comencé a buscar todos los ingredientes necesarios por la cocina.

—¿Qué haces? —preguntó Ally sentándose en la isla de la cocina y sirviéndose un café.

—Galletas para... —¿cómo ha dicho Zack que se llamaba?

—¿Ellie? —adivinó Ally.

—Eso.

—Lo veo muy buena táctica para que salga huyendo y no vuelva más. Te apoyo.

—¿Qué dices?

—Rach, a ver cómo te lo digo sin ofender... —golpeó rápidamente la encimera con dos dedos—. Cuando repartieron la habilidad para saber cocinar, tú llegaste tarde y te quedaste sin nada.

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