Capítulo 7 - Se acabó

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El local estaba abarrotado, muchísimo más de lo normal. Apenas había lugar para moverse libremente y parecía que la intención del dj era que toda la ciudad escuchase las canciones, porque ese volumen no era normal. Por lo menos, al llegar, Ally se había encargado de una manera muy poco educada de echar a dos chicos que había en la barra para que nosotras podamos ocupar su lugar.

Ella iba ya acabando su primera copa y yo estaba bebiendo muy tranquila un refresco. Sí, refresco. Brandon y ella casi me matan cuando me lo pedí. Incluso tuve que vigilar a Brandon para que no echara nada de alcohol a escondidas como había hecho en otras ocasiones.

—Toma, cariño —Brandon me puso delante un vaso que no le había pedido.

Acerqué mi nariz y un fuerte olor a colonia me hizo fruncir el rostro.

—¿Es lo mismo que el otro día?

—Es la versión mejorada.

—No, gracias.

Alejé el vaso de mí. Ally, que acababa de terminar su bebida, aprovechó para agarrar la que yo estaba rechazando y probarla.

—¡Está riquísimo! ¿En serio no lo quieres? —elogió.

—¡Lo sé! —respondió Brandon, encantado de que alguien valore su trabajo—. Sigo sin entender por qué la gente dice que eres antipática, a mí me pareces genial.

—Espero que no estés esperando que te devuelva el cumplido.

Brandon le hizo una seña con la mano indicando que esperásemos un segundo mientras atendía a nuevas personas que estaban llegando. Además, sus compañeros habían empezado a decirle algún que otro comentario disimulado porque se escaqueaba en la mínima oportunidad que tenía.

Miré la hora encontrándome con que era ya la una y cuarto. No podía retrasarme mucho más aquí.

—Bueno, Rach —apareció Brandon de repente—. Aún no me has dicho nada del bombón que te comiste el otro día.

—¿Quién? —quiso saber Ally.

—Nadie —le quité importancia.

—¿Nadie? —repitió Brandon, casi ofendido, antes de mirar a Ally—. Era un pedazo de chico con los bíceps más grandes que mi cabeza, una mandíbula completamente definida y unos labios que, seguramente, le hicieron un trabajo excelente a Rach.

Acababa de exagerar en absolutamente todo.

—No me habías dicho nada —se quejó Ally.

—Tampoco había nada que...

—¿Sabes cuánto tardó Rach en ligárselo? —interrumpió Brandon haciendo que rodara los ojos—. Un minuto.

Vuelve a exagerar.

—Le hizo el truco del tequila, ¿verdad?

—Claramente. Yo mismo me encargué de que lo haga.

Resoplé, volviendo a desviar mi atención al reloj. Habían pasado poco más de diez minutos desde la última vez que lo miré. Sin duda, necesitaba irme ya.

—Me voy —informé, recogiendo mis cosas.

—¿Con quién? ¿A dónde?

—Sola. A casa.

—Solo te has bebido una Coca-Cola, ¿cuántos años tienes? —inquirió Ally.

—Venga, si quieres te preparo...

—Brandon, de verdad, no hace falta —me levanté del taburete en el que estaba sentada—. Me apetece irme a casa, ya está.

—¿Por?

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