•Circunstancias•

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James tenía una sensación de malestar en el estómago desde el día en que los adultos los enviaron a Hogwarts después del desastroso asalto al ministerio que no tuvo much a planificación

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James tenía una sensación de malestar en el estómago desde el día en que los adultos los enviaron a Hogwarts después del desastroso asalto al ministerio que no tuvo much a planificación.

Había vuelto a la torre de Gryffindor siguiendo o un enfurruñado Maxon y a Orión, que parecía estar caminando a la horca. Una vez dentro, se dirigieron hacia sus habitaciones sin decir una sola palabra. Pero James estaba preocupado, y no podía ni pensar en cómo estaría Orión.

Como estaría Clarissa.

Su estómago volvió a dar un brinco cuando en su mente aparecieron los ojos azules que reflejaban un cielo despejado. La última vez que la había visto fue cuando todos llegaron a la cabaña Malfoy, Antea de que los adultos decidieran que era muy riesgoso que los más jóvenes estuvieran ahí, y los despacharán a Hogwarts nueva mente.
Recordó como el rostro de ella se había vuelto del color de los tomates, como si fuera a estallar en cualquier momento. Estaba exhausta, se veía a simple vista, por las marcas oscuras bajo a los ojos, el descuido en su corta cabellera negra que carecía del brillo de siempre, y en sus movimientos pesados, que Antea eran gráciles.

No sabía por qué estaba pensando en ella, pero no podía parar de imaginarla en ese momento acurrucada en su cama y pensando que no estaba haciendo lo suficiente para encontrar a Sirah.
James pensaba lo mismo, pero la idea de que Clarissa se estuviera atormentando sola, le hacían querer salir corriendo.
Esa noche, cuando llegó a su habitación Abraxas fue el único despierto. Sentado en la cama con la espalda contra el cabecero y el periódico del día en sus manos. También estaba cansado, noto James, cuando su amigo se levantó y fue hacia el casi corriendo.

—James —fue lo primero que dijo al llegar a su lado—. James he leído lo que hicieron en el ministerio. Fue estupido y poco planeado. No entiendo como pudieron correr por ahí con poción multijugos y pensar que era buena idea...

James se había sentado en su cama mientras su mejor amigo lo regañaba. Aunque sabía que de haber estado con ellos, Abraxas también lo hubiera hecho. Habría hecho cualquier cosa por su hermana.

—Crees... —lo interrumpió James antes de negar con la cabeza, apartando la idea—. Olvídalo, es estupido.

Abraxas entrecerró los ojos Antea de darle un golpe en la cabeza con la palma de la mano.

—Termina lo que ibas a decir.
James soltó un resoplido mientras se frotaba la cabeza y observaba a su mejor amigo.

—Te perdonaré dadas las circunstancias, pero no creas que olvidare esta traición, Malfoy.

Abraxas puso los ojos en blanco antes de sentarse junto a James, en la cama del moreno.

—Estar tanto tiempo con Orión y mi hermano te han vuelto casi tan Neandertal que ellos. Pero, dada las circunstancias, haré la vista gorda.
James se rio muy a su pesar. Abraxas siempre conseguía hacer que bajara las guardias y se relajara, incluso en esta situación estresante donde no podía dejar de pensar...

A través del espejo || HP Tercera generaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora