Desde el momento en el que Sirah abrió los ojos, supo que estaba metida en el barro, hasta el fondo.
Luego de desaparecer dentro del espejo, Sirah se enfrenta a una dimensión en la que todo parece estar normal, a excepción de que ella no existe. Si...
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Sirah.
La soledad que sintió al caminar por los pasillos del castillo repleto de estudiantes no se comparaba con nada.
Había recorrido esos pasillos sola mil veces, pero siempre consciente de que podía cruzarse con sus amigos, sus hermanos u Orion.
Orion.
No lo había visto desde la noche anterior. Probablemente estaría camino a sus clases igual que ella.
Bueno, no igual, ella caminaba mas bien sin rumbo. La directora no le había indicado que clase le correspondía y su túnica negra sin el color distintivo de una casa en particular era también una limitante. Estuvo a punto de dar media vuelta y dirigirse al patio trasero del castillo, dispuesta a pasar la mañana recostada entre la maleza para no tener que ver rostros conocidos que la miraban con interés, sin reconocerla. Si no fuera porque un estudiante de Slytherin la alcanzo.
—¡Disculpa!
Esa voz la reconoció al instante. Se giró topándose con los ojos grises de su mejor amigo. Regulus.
Sirah apretó los brazos a su costado reprimiendo la necesidad de abrazarlo.
—Eres la nueva —afirmó Regulus apenas la alcanzó-. Mucho gusto, soy Regulus Black, el prefecto de Slytherin. El director me asigno como tu guía hasta que el sombrero seleccionador indique a que casa perteneces.
Sirah lo observo con calma, tratando de descubrir alguna diferencia entre su Regulus y este. Pero era imposible, eran simplemente idénticos.
—Entiendo —respondió ella-. No se que clase debo tomar ahora.
—Para eso estoy aquí —respondió el con una leve sonrisa que no le llego a los ojos-. Debemos ir a transfiguración. Y será mejor que nos demos prisa, la Profesora McGonagall no tolera los retrasos.
Sirah lo siguió, pretendiendo que no conocía el camino, hasta el salón de transfiguración, donde los esperaban los alumnos de Slytherin y Gryffidnor. Lo primero que llamo la atención de Sirah fue el silencio. En definitiva, era algo inusual, sobre todo cuando el grupo de Slytherin y Gryffindor se juntaba. Nunca paraban los chistes y las charlas a todo pulmón. Esta vez se notaba una tensa división entre ambas casas.
Diviso a James Potter sentado junto a Fred Weasley. Luego estaba Abraxas totalmente alejado de los demás leones, como si no perteneciera a esa casa.
En el lado de las serpientes lo primero que llamo su atención fue el cabello rojo de Dominique, quien se encontraba sentada sola y apartada de los demás.
Sirah frunció el ceño tratando de encontrar a Issa, Blaine y Thomas entre la pequeña multitud de estudiantes. Ellos si estaban juntos, reconoció con un suspiro de alegría.
Pero lejos de tranquilizarse, la situación estaba comenzando a preocuparla.
—Puedes tomar asiento en donde desees —la voz de Regulus la sacó de sus pensamientos-. Pero si quieres una pequeña advertencia, debería huir de aquellos que tienen el uniforme rojo.
