❝Tuvimos tiempo para amar, Draco. Pero la tercera guerra mágica está aquí, y no puedo sacrificar lo único que me recuerda quién soy y a quién amo por seguir el camino equivocado.❞
NO LEER ESTA OBRA ANTES DE LEER 𝑳𝑶𝑺𝑻, EL PRIMER LIBRO Y 𝑩𝑹𝑶𝑲�...
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Todos los pasadizos secretos de Hogwarts llegaban a algún lugar.
En la cabeza de Draco, miles de ideas y consecuencias de las mismas alborotaban su interior. Solamente la firmeza de la mano fina de Annie conseguía devolverle a aquellos pasillos que llevaba hacia la sala común de Slytherin.
— Draco —Lo llamó ella. Él no se inmutó.
En su cabeza, el carmesí de sus mejillas todavía mojadas. Las palabras que se imaginaba de una sangre sucia como Ginny Weasley. No se rebajaría a su nivel, no avivarían las llamas de un rumor que no le concernía. Pero él lo tenía muy claro: Quién se metía con su chica, se metía también con él.
La sala común abarrotada de serpientes sedientos de nuevos objetivos con los que meterse no fue una buena opción para lo que Draco llevaba escondido bajo la capa. Annie, desconcertada, no se separó de él pero tampoco rechistó sobre los pequeños tirones que le daba hasta las habitaciones de los chicos.
¿Por qué no marchar hacia la Torre de Astronomía?
Ese era su refugio, el de ambos. Pero no era un digno lugar donde esconder un secreto de tal calibre.
— Mierda —Susurró el rubio, tras ver a sus compañeros de habitación importunar un momento como aquel.
— He visto a las chicas en la sala común. Vamos a mi habitación.
Quien lo viese de lejos pensaría mal, pero para Draco era algo más importante que eso. Ahora las riendas las tomó Annie, con sus manos todavía entrelazadas y marchando hacia la habitación de ésta con un ímpetu apresurado.
No fue hasta que se encerraron cuando se sintió del todo aliviado.
Pero en ningún lugar se sentiría a salvo.
— Has estado investigando por tu cuenta.
Annie no supo de lo que hablaba hasta que se giró y observó su libro abarrotado de libros. Todo libros de hechizos prohibidos y avanzados. Todo lo posible para ayudar al ejército de Dumbledore y con lo que ello conllevaba. Sentía que se lo debía... a todos. A Harry, Ron, Hermione, Dumbledore.
— Nunca será suficiente —La voz apenada de Annie llamó la atención de Draco.
Éste no dudó en sentarse a su lado justo y cuando le cedió un lugar para hacerlo entre tanto material. Sus nervios subieron como la espuma, su corazón empezó a palpitar tan rápido que le fue imposible pensar con claridad. "Calma, Draco", pensó.
— Ya no hay lugar seguro en Hogwarts. Y aunque esté arriesgando todo en decir esto...
Annie frunció el ceño, pero no dijo nada. Simplemente miró a Draco, tan pendiente que cuando sacó de debajo de su túnica un periódico se sintió el doble de confusa.
— ¿Es un periódico Muggle?
Ella lo cogió entre sus manos. Justo y donde Draco señaló en aquel periódico local de Londres, ahí fue donde lo vio. Harry era el que menos se veía, pero estaban los tres. La foto mostraba a una periodista pero justo detrás, ahí estaban. Desprevenidos.