3. Confrontación.

131 13 4
                                    

❝A veces me canso de que los demás piensen que soy un monstruo y que no quiero a nadie más que no sea a mí mismo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

❝A veces me canso de que los demás piensen que soy un monstruo y que no quiero a nadie más que no sea a mí mismo.❞

Los ojos marrones de Annie habían estado clavados en el techo de su habitación durante toda la noche. Solo una tenue luz había aclarado sus pensamientos y su vista, había contado cada franja o divisado cada detalle de aquella habitación sin dejar que sus ojos se cerrasen y sus pensamientos volvieran en sí a ser torturadores.

No podía quitarse a Draco de la cabeza, o tal vez la idea de formar parte de él. No le resultaba del todo agradable dar en sí una aceptación a aquella política que su padre caracterizaba como correcta. Si eso la ponía en riesgo de ser excluida de la vida de Draco, se arriesgaría... puesto que había prometido no mentir jamás ni aun así eso le costase su relación y el amor tan profundo que se agarraba en su cuerpo y la agitaba de una manera sensacional.

Parpadeo tras parpadeo, los labios del rubio volvieron a su cabeza... tan suaves, una boca tan firme que mantenía la suya y entonces no podía evitar cerrar los ojos para sentir esa sensación que solo él era capaz de hacerle sentir.

Los pies tocaron el suelo frío y la tormenta parecía que no se iba a marchar por el momento de encima de sus cabezas. El gran vendaval anunciaba el inicio de un día tormentoso, las gotas amenazando con romper el cristal si su fuera se prolongase más furiosa y los truenos que estremecían hasta al más valiente. ¿Se consideraba que el clima estaba acorde a los sentimientos de todo alumno que viese la desvaluación del colegio?

Annie tenía que ordenar sus pensamientos, empezando por resolver el tema con Draco y después, ayudar a todo aquel que lo necesitase pese que con la presencia de los hermanos y mortífagos Carrow no iba a ser para nada fácil. Debían andar con cuidado si no quería que Lord Voldemort se enterase de sus intenciones... por encima de su cadáver podía permitir que todo se fuera por la borda por un despiste.

Bajó a la sala común después de darse una ducha, y como era lógico, a esa hora no esperaba que nadie hubiera para recibirla. Solo las últimas llamas de la chimenea que poco a poco se apagaban con el ritmo de la noche, los cristales retumbando de viento, lluvia y rayos feroces. Annie se concienciaba de que al sol le costaría salir entre las montañas y que a duras penas vería un pequeño rayo, una pequeña esperanza de que el clima mejorase al igual que su suerte.

Paró sus pisadas silenciosas en el último escalón y divisó una cabellera rubia. No había otra igual, y sus palabras se adentraron en su cabeza mientras pensaba y pensaba... quizá con la esperanza de que no estuviera tan enfadado como para empezar una discusión.

Draco no se sentía enfadado. Más bien... ofendido. Triste. Melancólico y quizá un tanto decepcionado. Eran todos sentimientos que no le pillaba de sorpresa, es más, acababa por entender que Annie podía llegar a tener razón: ¿Qué persona estaría dispuesta a pasar su vida como si fuera una condena a su lado?

Un galeón por tus pensamientos.

Draco cerró el pequeño libro de cuero donde apuntaba algunas cosas, dejándolo entre sus piernas y alzando la cabeza para mirar a Annie.

𝐔𝐍𝐁𝐑𝐄𝐀𝐊𝐀𝐁𝐋𝐄 | DRACO MALFOY | TERCER LIBRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora