"Cuento la decadencia del mundo. Un borracho la conoce mejor que nadie". Eso le escupí, en la cara, a aquel crítico literario. Y me marché, dando el correspondiente portazo. Afuera llovía, el cielo estaba llorando por la injusticia que se acababa de cometer contra mi persona, o eso pensé yo. Miré en los bolsillos de mi cazadora, estaba seguro de que tenía algún billete de veinte y me dirigí a la zona alta de mi ciudad. Cada vez llovía más. Doblé una esquina, y me paré al lado de un portal, saqué un cigarrillo, lo encendí y nervioso me lo fumé allí mismo. Joder, cada vez llovía más y más. Tire la colilla al suelo y me dirigí al bar que se encontraba al final de la calle. Entré maldiciendo entre dientes, y me dirigí a la barra. La camarera era realmente guapa. Le dije que me pusiera la cerveza negra más fuerte que tuviera. Me la sirvió y me dijo si quería algo de comer. Le contesté que no y me apuré la cerveza de tres tragos. Pedí otra, y la camarera me miró con suspicacia, como respuesta, dejé el billete de veinte encima de la barra. Entonces me la sirvió, y la bajé a la mitad de un trago. Luego miré a mi alrededor, había demasiada gente, eso no me gustaba. La gente en general no me gusta, y he de decir, que yo a ellos tampoco. Suspiré y me terminé la cerveza. Dos estaban bien. Pero yo quería tres. En verdad es el único objetivo con el que había entrado al local. Pedí la tercera cerveza y me la bebí, rabioso con el mundo entero. Pagué y me marché. Para no variar, fuera seguía lloviendo, me cagué diez veces en Dios y enfilé el trayecto que me quedaba hasta casa... Maldita sea, puta vida de mierda.
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Pantomima y Circo.
NonfiksiEs una ironía y un mensaje encubierto. Podré gustar más o menos, pero nadie puede decir que no cuento las cosas como son en realidad. Aquí no hay edulcorantes. Son dos relatos cortos que golpean de forma directa la apariencia de la gente y de las co...