Capítulo 3

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El sudor cae por mi frente, siguiendo su recorrido por mi cara hasta llegar al suelo, por lo que me muevo con mayor precisión golpeando el saco, para así evitar caerme y me centro en estabilizar mi respiración jadeante. Por mucho que mi cuerpo pida un descanso, no se lo concedo, no hasta que consiga mejorar con respecto a la última vez que entrené, y esa determinación que tengo a superarme es la que me motiva y me da la energía para vencer al cansancio.

-Flexiona un poco más las rodillas -Ashley me saca de mi ensimismamiento haciendo algún comentario sobre mi postura, la cual trato de mejorar lo antes posible -, también estás acumulando mal la tensión, tienes que tensar el abdomen, no los hombros, así solo conseguirás lesionarte, ya lo sabes.

Intento tensar el abdomen como él ha dicho, pero, por alguna razón que desconozco continúo cometiendo el mismo error, así que me detengo para centrarme en eso y aprovecho para limpiar un poco el sudor de mi frente con el brazo.

-Ven deja que te ayude -se acerca a mí con pasos seguros, colocando una mano en mi abdomen y otra en mi espalda, a la misma altura-. Respira hondo y suéltalo, siente cómo sube y baja y cómo tienes el control, eso es exactamente lo que tienes que hacer -su agarre se aprieta ligeramente para poder sentirlo mejor-, eso es, relaja los hombros y ahora golpea -siguiendo sus instrucciones le doy un puñetazo al saco, hundiendo mi puño en él y notando que el golpe es más firme que antes-. Muy bien.

-¿Qué te parece si lo dejamos aquí por hoy? -mi pecho sube y baja al ritmo de mi respiración agitada y desciendo la mirada hacia mis manos temblorosas por el esfuerzo.

-Por mí genial -se dirige hacia un pequeño armario que está ubicado en la esquina de la sala, saca dos toallas para que nos sequemos el sudor, ofreciéndome una de ellas y dejándolas en un cesto para lavarlas después tras habernos asegurado de que nos hemos secado correctamente-. Creo que has hecho buenos avances.

-No los suficientes -comienzo a desatar las vendas que había colocado de forma automática, ya que es algo que hago con tanta frecuencia que se ha convertido en algo que me sale solo. Estiro los dedos y masajeo las palmas de mis manos para relajar los músculos-. No todos tenemos un talento natural para luchar como tú.

-Es sobre todo una cuestión de análisis del lugar y del contrincante más que fuerza bruta -su mirada se encuentra fija en algún punto perdido sobre la multitud mientras continúa con su explicación-. Si vas golpear a lo loco no conseguirás nada, hay que buscar puntos débiles, ver cuándo es el momento adecuado para atacar, etc.... También tienes que proteger tus propios puntos débiles y tratar de convertirlos en un punto fuerte.

-Y por razones como estas se te da tan bien planificar estrategias para la rebelión -deshago mi coleta y coloco la goma en una de mis muñecas, desenredando mi pelo con los dedos.

-Tú también tienes una buena mente estratégica -comenzamos a caminar, sumergiéndonos en la marea de personas dispersas por todos los rincones del edificio gris-, tus consejos nos han venido muy bien todo este tiempo.

-Todo lo que pueda hacer para que podamos ganar esta batalla, estaré encantada de hacerlo -intento encontrar a Tyler, buscándolo con la mirada por los lugares que más suele visitar, hasta por fin encontrarlo hablando animadamente con un grupo de gente-. Mira, ahí está Ty, vayamos con él.

Cuando llegamos a su lado, el grupo, el cual todos sus integrantes sujetan unos vasos de plástico que posiblemente estén llenos con alguna bebida alcohólica, estalla en carcajadas ante la broma que ha contado mi amigo.

-Pero mira quiénes han llegado -alza la voz sobre el ruido que nos rodea y nos saluda enérgicamente, derramando parte de su bebida-. Si son el dúo de la seriedad y la disciplina.

Los susurros se convierten en gritosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora