Capítulo 18

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Dionisio llegó al hostal con un bastante tiempo de anticipación. Después de encontrar la sala de recepción vacía, salió al balcón y contempló el jardín.
Todo el mundo había trabajado de manera excepcional. El jardín entero estaba decorado con flores blancas y tulipanes rojos, moños y columnas blancas. Al final de un camino de pétalos de rosas, se había construido un pequeño podio donde el sacerdote se pararía y oficiaría la ceremonia. Junto a la pasarela, las filas de sillas cubiertas de tela blanca estaban preparadas esperando a los invitados.
Pequeñas fuentes de agua enmarcaban la zona, el rocío fino que producían tenía la intención de refrescar a los huéspedes del calor de la tarde. Dionisio podría haber optado por una boda de noche en su lugar, pero no tenía la intención de pasar una noche con un grupo de invitados, cuando lo único que quería era tener a su esposa en la cama.
Se había tele-transportado a su finca en la mañana, para asegurarse de que sus sirvientes hubieran preparado el lugar. Allí era donde tenía la intención de pasar su luna de miel con Cristina.

—Hermoso, ¿no? —se oyó la voz de Tritón detrás de él.

Dionisio le sonrió a su amigo mientras él caminaba a su encuentro.

—Realmente se han pasado.

—Te va a costar un ojo de la cara —advirtió en tono bromista.

—Menos mal que no me importa el dinero—le sonrió.

Y era verdad. Mientras Cristina fuera feliz, él haría cualquier cosa a su alcance.

Tritón le dio una palmada en la espalda.

—Totalmente dominado, justo como me lo imaginé.

Normalmente Dionisio lo habría fulminado con la mirada por un comentario como ese, pero hoy ni siquiera podía contradecir a su amigo. Él simplemente se encogió de hombros.

—No hay nada de malo con eso.

Tritón asintió con la cabeza.

—No, no lo hay.

En un primer momento, Tritón no había creído en la sinceridad de Dionisio acerca de la boda, pero Dionisio había convencido finalmente a su mejor amigo de que él era un hombre cambiado.
Durante un largo momento, los dos miraron hacia el jardín, luego, Dionisio se aclaró la voz.

—Voy a ser padre.

Tritón saltó.

—¡Por los dioses! ¿Hablas en serio?

Dionisio no pudo reprimir una sonrisa que partía su rostro.

—Cris concibió a nuestro hijo —le confesó.

Como un dios, no sólo tenía el poder de decidir cuándo procrear un hijo, sino que también podía elegir su sexo, y si bien sabía que quería una niña que se pareciera a Cris, él quería primero un hijo. Tal vez era egoísta de su parte dejarla embarazada tan rápidamente, pero después de todo, Cris no había insistido en los condones, así que ella conocía los riesgos. Incluso si él fuera un simple mortal, ella podría haber quedado embarazada. Además, ella sería su esposa ese mismo día y él sabía que ella quería una familia.

—¡Por los dioses! Cuando haces algo, lo haces plenamente y rápido —su amigo lo tomó en un fuerte abrazo—. ¡Felicitaciones!

Dionisio se salió del abrazo de su amigo y enderezó su esmoquin negro.

—¿Y ustedes? ¿Algún pequeño héroe en camino?

Tritón sonrió.

—Yo no estoy listo para compartir a mi esposa con nadie todavía.

—¿Y Sophia siente lo mismo?

—Ella quiere esperar otro año, entonces tendremos por lo menos dos o tres.

DIONISIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora