Final

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No se podían quitar las manos de encima

Louis no hacía más que rezar porque no hubiese nadie detrás de las puertas del ascensor cuando llegaran a la quinta planta, donde quedaba la habitación del ojiazul.

Harry no parecía querer despegar la boca de su cuello, ni sus manos del culo del hombre en sus brazos; no le importaba si Louis se avergonzaba cada vez que soltaba un gemido más alto de la cuenta.

- Eres precioso, joder.- Le susurró Harry subiendo con su boca abierta desde su cuello hasta su mandíbula, para terminar uniendo furiosamente sus labios de nuevo y aprisionándolo más en el espejo del ascensor, metiendo una pierna entre las del más pequeño, provocándole un jadeo.

- Me lo d-dices mucho.- Una sonrisa satisfecha salió de Harry, la cual bien podría ser por el cómo Louis sonaba totalmente destrozado o porque, aun en situaciones como esa, Louis no parecía guardarse ni un comentario de los suyos.

El ascensor se abre y, gracias a dios, no hay nadie a la vista. Louis no se pensaba arriesgar a que alguien a quien considera familia o un completo desconocido le viese en ese estado. No se había visto pero, por como le miraba Harry, se hacía una idea de su aspecto completamente desarreglado.

Louis se apresuró a salir del ascensor, no sin antes agarrar la gran mano derecha del hombre al que no podía dejar de tocar en ningún momento. Quería darse prisa en llegar a la habitación, pero, por lo visto, Harry había encontrado su pasatiempo favorito y este era dejar todo tipo de marcas en el cuello de Louis. Podría jurar que el rizado le había besado más ahí que en los labios. No se iba a quejar.

A trompicones, con las piernas casi temblando, y con un Harry apretándole la cintura por detrás, besándole la nuca e imposiblemente más cerca; Louis intentaba abrir la puerta insertando la llave magnética en la cerradura. Si hubiesen sido llaves tradicionales, habrían acabado haciendo en el pasillo del hotel.

Una vez abierta, le quedó claro que el ojiverde no iba a jugar con él. Estaba demasiado impaciente y Louis muy orgulloso de ser él quien lo pusiese así. Nunca había sentido algo así y no recordaba una sensación mejor que esa.

Sintió como Harry le cogió de los muslos y le hizo rodear con sus piernas su cintura, mientras no dejaban de besarse. Cayó en la gran cama de espaldas, rebotando levemente y soltando un jadeo que se perdió en la boca de Harry, quién se había colocado encima de él y ya no pedía permiso tácitamente para meter su lengua en la boca del castaño. Con el antebrazo a un costado de la cabeza de Louis, se apoyaba para no aplastar al ángel que tenía debajo; mientras con la mano libre avanzó hasta la corbata del ojiazul deshaciéndose de ella con una facilidad impresionante. La tiró a un lado y empezó a desabrocharle la camisa repartiendo besos por todo su rostro.

- E-espera.- Louis se incorporó haciendo que ambos quedaran de rodillas frente a frente.- Te quiero quitar esto yo.- Harry no replicó y atacó su cuello por centésima vez sujetando su cintura con fuerza.

- Que bien hueles.- Louis escuchó a Harry aspirar todo el recorrido entre su hombro y su mandíbula. Louis soltó una carcajada justo cuando desabrochaba el último botón de la camisa del rizado. Sí que tenía tatuajes, y muchos. Los pectorales y el abdomen definido era algo que esperaba pero, verlo ahí, todo para él, era algo más.- Te juro que me encantas, ojitos. Mucho.- Louis no sabía si se podía estar mas sonrojado. Sin embargo, el comentario le provocó un calor reconfortante en el pecho.

Se inclinó hacía su boca y le dio un beso suave, que parecía transmitir más cariño e intimidad de las que dos desconocidos se tendrían, pero a ninguno de los dos parecía importarle.

- Tu también me encantas, ricitos.- Ese apodo pareció activar algo en Harry, que no tardó ni diez segundos en retirar ambas camisas de sus cuerpos y tumbar de nuevo a Louis de espaldas y colocarse sobre él.

Sí quiero || l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora