Domingo

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Mientras desayuna, Mateo se percata de que algo ocurre en ese sueño. ¿Acaso es normal que se repita una y otra vez? Sinceramente, él no sabe mucho de esos temas. Aunque es verdad que cada vez tiene más miedo del sueño y no sabe muy bien por qué.

Se queda toda la mañana encerrado en su casa. Cuando Sandra observa que Mateo pretende no salir, decide quedarse con él.

- Mateo, mira – se fija como su hermana le trae un cuaderno y lo coloca encima de la mesa – Este es el álbum familiar, ¿quieres verlo? – Mateo asiente y empieza a pasar las hojas. El álbum está lleno de polvo, hace tiempo que no lo sacan del cajón.

Sandra empieza a comentar algunas fotos, en una de ellas salen ellos cuando él tenía trece años y ella dieciocho con su madre. Su hermana sale muy sonriente mostrando todos sus dientes blancos, en cambio él estropea la foto mirando hacia otro lado. Su madre también salía con una gran sonrisa, Mateo la echa mucho de menos. Sandra señala más fotos: él cuando cumplió dieciocho años, Sandra con cinco años enseñándole a andar, una foto de su madre cuando era joven.

De repente llaman a la puerta, Sandra le dice que seguramente sea Raquel y se levanta. Mateo se queda solo en el comedor con el álbum. Pasa la hoja y ve una foto de cuando tenía diez añitos. En la foto está sonriendo y a su lado está su mejor amigo Tommy con esa sonrisa agradable. Estaba. No sabe que fue de él, desapareció de repente cuando Mateo tenía catorce años. Aunque ahora que lo piensa tal vez se marchó a otro país. No lo recuerda muy bien. Solo recuerda que fue su único amigo, nunca lo dejaba solo. Mateo guarda el álbum familiar en el cajón y se prepara para dormir.

Ahora se encontraba en la Plaza de La Nogalera. La luna brillaba con fuerza en el cielo. Empezó a recorrer el lugar y le extrañó ver que la estación nueva que habían puesto recientemente no estaba.

"Recuerda, es un sueño" se dijo. Entonces se giró confundido y observó que la vieja estación sí que estaba. Se giró otra vez y de pronto vio una sombra moviéndose en un callejón. Mateo no quería acercarse, pero parecía que sus pies le indicaban lo contrario porque empezó a andar hacia allí.

- ¿Hola? ¿Hay alguien ahí? – Mateo no quería adentrarse más, estaba todo demasiado oscuro, ya que la única luz que había era la de la luna.

Mateo pudo divisar una figura humana entre la oscuridad, y se estaba acercándose.

- ¿Es que ya no recuerdas cuando jugábamos al escondite? – Esa voz ... le sonaba muy familiar. Entonces la silueta se acercó lo suficiente para que pudiese ver parte de su rostro. Y aunque no lo veía con claridad, se parecía a Tommy. 

El SueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora