Lunes

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Se levanta muy agitado. No esperaba encontrar a su amigo en ese sueño, él pensaba que estaba solo allí. No sabe por qué su cuerpo tiembla, pero al final olvida y se va a trabajar. Cuando vuelve a su casa, fija su mirada en el cajón del mueble viejo que se encuentra en la sala de estar. Piensa si debería abrirlo y, después de unos minutos, Mateo se decide por coger el álbum familiar. Se sienta en el sofá y empieza a buscar la foto. Ahí está: la foto con su mejor amigo de cuando tenía diez años. Ahora que lo piensa, es la única foto que sale con Tommy.

- Hey – Sandra se sienta junto a él y observa la foto que Mateo tiene en su mano – Qué guapo.

- ¿Quién?

- Pues quién va a ser, el único que sale ahí – Mateo la mira y después sus ojos vuelven a la foto. Allí había dos personas. Sandra se ha dado cuenta del largo silencio y añade – Tú, tonto. ¿Estás bien? – Mateo asiente con la cabeza, pero no logra decirle nada. Observa con más detenimiento la sonrisa de Tommy, antes le parecía agradable, en cambio ahora es como más... siniestra.

Después de ese momento tan extraño, Mateo decide ir al cementerio. Se pone delante de uno de los nichos y lee en voz alta el nombre de su madre: María. Iba allí siempre que podía visitarla. Su madre siempre le había servido de referencia porque era una mujer fuerte que tenía que criar a dos niños. Su padre les había abandonado, y ya nunca supieron nada de él. Su madre trabajó duro y al final cayó enferma. Ahora está en este cementerio.

Después de visitarla, Mateo decide ir a una plaza pequeña que está al lado del cementerio, a su izquierda hay unas escaleras que bajan a la Playa del Bajondillo. Se sienta en uno de los bancos de ese lugar y coge la foto de su bolsillo. ¿Por qué no lo ve? Mateo empieza a reflexionar sus días con Tommy, no recuerda mucho. Solo que pasaba mucho tiempo a su lado y... recuerda una sensación. Pero no lo entiende, es una sensación de dolor, pero sobre todo de miedo. Empieza a comparar a Tommy y a Raquel. No se parecen en nada. En un momento dado la oscuridad cae ante sus ojos. Ya no ve nada.

Mateo se despertó. "Mierda". El tiempo había transcurrido rápido, miró la hora y ya eran las dos de la mañana. Se fue corriendo hacia su casa, le sorprendió que las luces no funcionasen. Ni las de casa, ni las farolas de la calle.

"Debe de haber sido un apagón".

- Sandra – no lo dijo muy alto, tal vez ya estaba dormida. Se fue hacia su habitación, pero no estaba ahí – Tal vez esté con Raquel.

Mateo entró a su propia habitación y de pronto recordó la foto. Le entró pánico cuando se dio cuenta de que tal vez se le había olvidado en aquella plaza. Metió las manos en los bolsillos y sintió alivio cuando sus dedos tocaron el tacto del papel. Sacó la foto.

"¿Qué?"

En la foto solo se encontraba él, a su lado Tommy había desaparecido. Ya no estaba. Su vista se levantó hacia la ventana y percibió una sombra.

- ¿Sandra? - Mateo fue hacia la puerta principal y la abrió, solo encontró un pasillo y las puertas degastadas de los demás pisos. ¿Habían cambiado el papel de pared y él no se había enterado? Miró hacia abajo cuando notó que su pie pisaba algo. Era un periódico. Lo cogió. Pero no era la fecha de hoy. Era un periódico viejo, ponía 3 de agosto de 1998. En esa fecha justo acababa de cumplir los diez años. Y de repente se dio cuenta de que no había visto a nadie por el camino, ni a ningún coche en movimiento.

Mateo se fue hacia la salida del bloque y, en efecto, no percibía ni un alma en la calle. De repente se asustó cuando oyó un sonido.

- ¿Tommy?

Se acercó lentamente a un coche que estaba aparcado a su derecha. Mateo no lo vio venir. De repente su cuerpo estaba pegado a la pared y había unas manos puestas en su garganta, ahogándole.

- ¿Por qué me dejaste? - preguntó Tommy. Estaba furioso, se le podía notar en sus ojos. Mateo quería contestarle, pero las manos de Tommy apretando su garganta no ayudaban. Así que le dio una patada baja y se deshizo del agarre. No se lo pensó dos veces, se fue corriendo hacia un coche y, con suerte, encontró las llaves. Justo cuando lo arrancó, se dio cuenta de que era demasiado... ¿bajito? Se observó en el retrovisor y vio que estaba en su cuerpo de diez años. Y siempre había sido así en el sueño y ahora se daba cuenta. Por eso Tommy tenía el cuerpo de diez años también, como lo recordaba.

Tommy golpeó el cristal, eso hizo que Mateo se le escapara un grito.

- ¿Por qué me dejaste? – repitió.

Mateo pisó el acelerador y el coche salió disparado de allí. Le costaba llegar a los pedales y mantener la vista al frente, por eso tal vez golpeó algunos buzones o se salió de vez en cuando de la carretera. Menos mal que no había gente. Mateo se fue hacia la salida de Torremolinos, yendo hacia Benalmádena. Era un camino un poco largo, pasando por la Avenida de los Manantiales. Justo iba a pasar la línea cuando chocó con algo invisible. El coche dio un par de vueltas. Mateo tosió y logró salir del vehículo con algo de dificultad. Se fue directamente hacia la salida, pero había como un muro invisible que no le dejaba pasar al otro lado. Estaba atrapado en Torremolinos. Mateo se giró y justamente una figura negra se abalanzó hacia él.

- Nunca tenías que haberme dejado. 

El SueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora