Sábado

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Lo bueno del fin de semana es que Mateo no trabaja esos días. Lo malo es que no sabe qué hacer. La verdad es que él no tiene muchos amigos. No ahora. Pero tiene a Sandra y hoy iba a salir a dar un paseo con ella. Después de comer se van a la Plaza de Europa y da la casualidad de que se encuentran a Raquel, la mejor amiga de su hermana. Así que empiezan a hablar. Mientras tanto Mateo se siente incómodo estar ahí parado entre ellas, así que se gira y observa la estatua de Zeus y Europa que hay en esa misma plaza.

El mito comienza por una chica llamada Europa que se encontraba en la playa con sus amigas. Zeus se enamoró de ella en cuanto la vio, así bajó del cielo hacia donde estaba ella transformado en un toro blanco. La chica al principio se asustó, pero después con confianza terminó montándose sobre su espalda. No pudo hacer nada. Zeus corrió sobre el agua en cuanto vio que era su oportunidad de llevársela y se fue a Creta. Europa lo único que podía hacer era gritar, pero en el fondo sabía que ya no la podían rescatar.

- ¡Mateo! – se gira y ve que ha sido Sandra la que le ha llamado – Oye, ya que estamos aquí, ve a la farmacia. Seguro que se te han acabado. Después vuelve a casa. Yo tengo que hacer un recado con Raquel, ¿vale?

- Vale – es lo único que dice. Cuando ve que Sandra y Raquel están ya lejos, él empieza a caminar por las calles de Torremolinos. Sus piernas andan solas, ya que él se encuentra encerrado en su propia mente. Ahora piensa en el sueño y le entra unas ganas de vomitar. Recuerda la sensación que tuvo perfectamente. Tal vez lo hubiera tenido antes cuando era pequeño.

Se para y se da cuenta de que está delante del cementerio. Cuando termina de decirle unas palabras a su querida madre, se va directamente a su casa. Ve que su hermana no ha venido todavía, así que cena solo y se acuesta temprano.

Era de noche otra vez. Mateo se hallaba en la Plaza de Europa y esta vez no había tanta niebla. Se dio cuenta de que, como siempre, la ciudad se encontraba desierta.

"De nuevo este sueño" se dijo para sí mismo.

De pronto sintió un ruido sordo por detrás de uno de los asientos circulares que había en esa plaza. Pero podría haber sido el viento. O tal vez una hoja arrastrándose por la calle. De todos modos, Mateo no se movió de su sitio. Se encontraba en frente de la estatua de Zeus y Europa, pero sus ojos estaban puestos hacia el asiento. Sabía que no iba a ver a nadie allí detrás porque en este sueño siempre se encontraba solo. Así que decidió acercarse. Su inseguridad aumentaba, pero una vez que empezó a caminar hacia el ruido, vio que no había nada. Ni nadie.

Mateo resopló y sintió alivio. Entonces se giró y de repente observó una sombra por las galerías que conectaban esta plaza y la Plaza de Andalucía. Inmediatamente el miedo lo paralizó y después empezó a sentir pánico, como Europa cuando se dio cuenta de que la raptaban.

Era imposible que hubiese alguien, ¿no? 

El SueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora