Capítulo 3

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Desde que vi a Colin Bridgerton, algo había cambiado; era como si las piezas de un rompecabezas hubieran encontrado su lugar. Después de esa noche, fue inevitable pasar tiempo a su lado. Tomábamos el té en su casa, me invitaba a dar paseos, en cada baile me reservaba una pieza. Cuidaba de mí, sabía qué me gustaba y qué necesitaba incluso antes de decirlo.

Era extraño y al mismo tiempo tan natural. Incluso Cressida se alejó, ya no me molestaba ni me buscaba, era como si al estar bajo su protección y la de su familia ella no pudiera hacerme daño.

Los sueños continuaron, y ahora podía distinguir el rostro completo de Colin; nos veía en otra época, caminando en un campo, riendo, e incluso compartiendo besos secretos. Esto último me hacía sonrojar, ya que él siempre se había comportado como un caballero. Con el paso de los días, nos habíamos unido más y en el fondo de mi corazón, empezaba a albergar la esperanza de un futuro juntos.

-Penélope- escuché la voz de mi mamá al entrar a nuestro salón- Colin Bridgerton está aquí para verte.

-Está bien madre, pediré a Briarly que nos traiga el té.

-Yo lo haré, tú asegúrate de conseguir una propuesta de matrimonio.

-Madre...

-¡Nada! Tienes que lograr casarte con él, solo Dios sabe que ve en ti, pero tienes que aprovecharlo, no pienso cargar contigo toda la vida.

Siempre había sabido que no era la favorita de mi madre, pero escucharla hablar así me rompía el corazón. Jamás forzaría a Colin a un matrimonio, aunque estuviéramos pasando tiempo juntos, no le haría algo así.

-¿Penélope?- la voz de Colin me sacó de mis pensamientos, no lo escuché entrar- ¿Pasa algo?

-No, solo estaba distraída, siéntate por favor.

Contrario a lo que la etiqueta dictaba, se sentó a mi lado y me tomó de las manos.

-Sabes que puedes confiar en mí ¿Verdad?

Me miró a los ojos y como muchas otras veces en estas semanas, sentí una conexión, como si algo pasara entre nosotros, algo más allá de lo que podía ver.

-No quiero que pienses mal de mí- bajé mi mirada hacia nuestras manos.

-Nunca lo haría- me regaló una de sus hermosas sonrisas.

-Es mi madre, ella piensa, cree en realidad que, entre nosotros, pues...

-¿Sí?

-Cree que tu interés en mí es por algo más que amistad, cosa que no puede creer, y me ha pedido- se me hizo un nudo en la garganta, no podía creer que le estuviera diciendo esto, no podía ocultarle nada- Me ha pedido que asegure una propuesta de matrimonio contigo.

-¿De verdad?

-Pero no te preocupes, yo sé que no me miras de esa forma- me apresuré a aclarar, no quería que pensara que esto era un truco.

-Querida Penélope, creo que no tienes idea de cómo te veo.

Me miró a los ojos y me perdí en su mirada, sus ojos brillaban con tal intensidad que no pude responder.

Odiaba que su familia la haya hecho sentir así, cómo despreciaban a una hermosa criatura como ella, porque a pesar del parecido físico con mi esposa, poseía su propia esencia, era ingeniosa, inteligente y bondadosa.

No podía dejar de mirarla, me tenía totalmente hechizado.

-Quiero que sepas que sin importar lo que tu madre o la sociedad crean, eres una mujer hermosa- observé como su siempre presente rubor coloreaba sus mejillas- De hecho, estaría muy honrado de que me permitieras cortejarte.

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