La campana del almuerzo sonó fuertemente, anunciando la hora del descanso.
—Uraraka —Kaminari se acercó a ella rápidamente con una gran sonrisa—. ¿Lista para el almuerzo?
—Sí —le devolvió la sonrisa—. Vamos, estoy muerta de hambre —Asui también se levantó, dispuesta a ir con ellos—. No veo la hora, me voy a comer todo... —entonces, se percató que el rubio miraba muy serio hacia el fondo del pasillo—. ¿Qué miras?
Giró su vista hacia el punto en el que miraba su amigo, percatándose de la presencia de alguien. Era Bakugou, que se dirigía hacia la salida del salón igual que ellos. Estaba concentrado mirando el suelo, por lo que no parecía que la fuera ver. Pero aun así, decidió esconderse detrás de sus amigos como una cobarde.
—¿No le dijiste? —susurró Kaminari, mirándola con sorpresa.
—Shh, cubranme un segundo —les pidió, agachándose.
El de ojos carmesí pasó frente a ellos, sin dedicarles ni una sola mirada, como si no merecieran que su bello rostro se dirigiera hacia sus patéticos cuerpos.
—Oye, ese es el tutor de matemáticas del que te hablaba —escondida con nervios, Ochaco fue capaz de escuchar a unas chicas que parecían mayores—. Es muy inteligente, gracias a él ya no se me complica tanto la asignatura.
—Y es muy guapo —secundó otra—. Se apellida Bakugou y es idéntico a la famosa modelo Bakugou Mitsuki, creo que deben ser parientes
—Quizá es su hermana mayor.
El trío de adolescentes se fue por el otro lado, riendo. La castaña les dedicó una mirada contrariada, claro que Bakugou no era tan buen tutor, realmente es muy cruel y lo guapo no le quita lo patán.
—Si le aclararas la situación no estarías así, Uraraka —Iida llegó, quien ya estaba enterado de las apuestas entre ella y Kaminari—. Deberías concentrarte en tus estudios y dejar la vergüenza de lado.
—Eso mismo le dije ayer —el rubio habló—. Y de nuevo perdió ésta apuesta, así que ahora me debe el almuerzo.
—Bueno, bueno, bueno —se sacó el monedero furiosa—. Toma tu estúpido dinero.
—Gracias —tomó los trescientos yenes que le acercaba, satisfecho.
El plato lleno de arroz junto a las verduras cocidas y la carne bien dorada le sonrió desde el comedor. Kaminari se saboreaba el delicioso almuerzo que se había comprado a costa de su castaña amiguita, mientras Tsuyu e Iida estaban conversando de algo referente a la tarea que definitivamente no le interesaba. Giro su vista hacia la cara redonda, percatandose como ésta en lugar de comer se saboreaba con la vista a cierto peliverde sentado unas tres mesas más allá. Inmediatamente, se puso de malas.
—Veo que te fascina tu compañero de proyecto —comentó, sin realmente saber por qué sacaba ese tema otra vez.
—No sé de qué hablas —se llevó un gran bocado de carne con arroz, haciéndose la tonta.
Pero decir aquello era tapar el sol con un dedo, claro que sabía de qué hablaba, Midoriya cada día le fascinaba más. Era de complexión delgada pero fuerte, algo bajito para ser un chico pero eso solo le parecía tierno, el cabello verde alborotado le hacía lucir unos rizos muy bonitos, las mejillas cubiertas de pecas le parecían tiernas y sin duda, lo que más le gustaba, eran sus ojos color esmeralda que parecían brillar cada vez que se emocionaba. Se fijó en sus manos que sostenían los palillos, tenía unas manos muy varoniles y se preguntó cómo se sentiría ser sostenida por ellas.
—Eres demasiado obvia —volvió a hablar su amigo a su lado—. Estoy seguro que te mueres por besarlo, es una lastima que seas tan cobarde para ir a hablarle del proyecto siquiera.
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La Estúpida Apuesta
FanfictionEs el primer año de instituto y Uraraka Ochaco acaba de cumplir dieciséis años. Tiene grandes amigos, unos padres geniales y mucho por delante. Lo último que necesita es preocuparse por su primer beso. Pero todo esto está a punto de cambiar porque s...