La noche estrellada en Japón era tranquila, de no ser por cierto rubio que gritaba a todo pulmón:
—¡Feliz cumpleaños a ti! ¡Feliz cumpleaños a ti!
—Kaminari... —se quejó la causante de aquellos alaridos—. ¿Puedes dejar de gritar? ¡Ya es tarde!
—¡Feliz cumpleaños, Uraraka! ¡Feliz cumplea...! —el chico continuó saltando y gritando por aquí y por allá, sin importarle lo tarde que era.
—¡Me voy a volver loca! Estuvo cantando así toda la noche... —la castaña se quejó con su amiga, que caminaba divertida a su lado.
—¡Paren la voz, jóvenes! ¡Paren con el ruido o llamo a la policía! —un hombre que caminaba en la fría noche les advirtió, se escuchaba molesto por tremendo escándalo.
—¡Disculpa, señor! Mi amiga cumple años —se explicó divertido, decidiendo parar por fin.
—¡Qué vergüenza!
Rápidamente se alejó, tratando de que no la relacionaran con tremendo loco. Asui siguió riendo, divertida por la situación. A paso rápido se adentraron en el metro, agradeciendo de por fin llegar pues con la nieve alrededor de la ciudad los pies se les congelaban a pesar de llevar botas abrigadas.
—Ya tienes quince, Ochaco, ¿puedes creerlo?
—No cambia nada, es solo un número —le contestó a la peliverde, mientras pagaba su boleto.
—No puedo creerlo, ya eres una adolescente —continuó con sus comentarios, mientras la de cara redonda suspiraba.
—¿Adolescente? Ja, si Uraraka aún parece una niña... —se burló el rubio de ojos ámbar, de manera pícara como siempre—. Y nunca ha besado a un chico.
—¡Kaminari! —se avergonzó.
—Bueno, pero es verdad —Froppy estalló en carcajadas—. Ochaco, ya casi terminamos la secundaria y eres la única de nosotros tres que nunca besó a alguien.
—¡Asui!
—¡Ya es hora! —siguió carcajeando, después de todo por la hora el metro estaba solo así que no incomodarían a nadie aquí.
—¡Deja de hacerme recordar! —trató de defenderse, sin éxito—. ¡Qué mala amiga! Además, no es algo que esté bajo mi control —al no poder hacer parar las burlas, decidió excusarse—. Simplemente no tuve la oportunidad... Sino...
—O sea... —una sonrisa burlona regresó al rostro del rubio, que ya se había tardado en hablar—... ¿dices que solo te falta la oportunidad? ¿Lo harías entonces? —a paso veloz volteó su rostro picarón a centímetros de su amiga, la cual casi se tropieza ante la brusquedad repentina del chico—. ¡¿Quieres una oportunidad?! ¡Te doy una oportunidad ahora mismo!
—¿Q-qué —tartamudeó con las mejillas coloradas y el sudor apareciendo rápidamente, sin saber cómo tomárselo—, d-dices? ¿con... contigo? ¿es que tú qui...?
—¡No! ¡Puaj! —Denki se alejó carcajeándose mientras Tsuyu intentaba que la pobre castaña no se cayera de espaldas por las escaleras del lugar—. ¡Amiga! Hablo de una apuesta. ¡¿Cómo se te ocu...?!
—¡Habla claro! Tú me pusiste la cara justo enfrente.
—¡Shh! Ven aquí —susurró con un dedo en los labios, indicando a sus amigas que guardaran silencio—. Escucha, ¿lista? —su sonrisa se ensanchó, como cuál diablillo haciendo travesuras—. Te apuesto cien yenes a que no te animas a preguntarle a ese chico si puedes besarlo.
—¿Q-qué? ¡¿Qué chico?! —ella también le susurró, aún muy nerviosa.
—¡Ese que duerme ahí! —apuntó hacia una figura lejana, sentado en una banca de la estación.
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La Estúpida Apuesta
Fiksi PenggemarEs el primer año de instituto y Uraraka Ochaco acaba de cumplir dieciséis años. Tiene grandes amigos, unos padres geniales y mucho por delante. Lo último que necesita es preocuparse por su primer beso. Pero todo esto está a punto de cambiar porque s...