Capítulo 12

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- ¿Desde cuándo? - cuestiono Zero al cabo de unos minutos en los que nada sucedido.
- Estoy cansada - comento con desgano e ignorando su pregunta mientras ahora su cabeza descanzaba sobre su hombro - te cuento algo.
- ¿Qué?
- Tu cabello es bonito.
- Que tontería.
- De nada, lamento lo de antes - Zero no comento nada ante eso y continuo caminando aun sosteniéndola y solo se detuvo una vez estuvieron frente a las puertas de la residencia de la luna.
- Gracias por el paseo - se despidió frotando uno de sus ojos producto del sueño que comenzaba a tener - dilo.
- No respondiste mi pregunta antes.
- Era eso, bueno Kazuya se encarga de eso por mi y él director no tiene problemas con ello - extendiendo una de sus manos para poder tomar la mano de Zero la cual se encontraba hecha puño le dedico una pequeña sonrisa para calmarle - no me mires así Zero para bien o para mal esta es mi maldición.
- No tienes porqué soportarlo.
- ¿Acaso me ayudaras con eso? - cuestionó a la ligera.
- Si - respondió sin dudar descolocándola un poco.
- Que buen niño eres, que pena que no todos puedan valorarlo, pero no puedo hacerlo.
- Solo deberías tomarlo y ya.
- ¿Eres consciente de la razón? - él asintió con la cabeza sin cambiar su expresión.
- Lo pensare, buenas noches Zero - finalmente terminó por alejarse aun con la mirada del cazador sobre ella y al mismo tiempo siendo consiente de la mirada de alguien mas que había estado al tanto de todo desde el interior de la residencia, ahora fue su turno de sonreír al haber provocado a la indecisa princesa Kuran.

-	Creo que hechaba de menos esto  - murmuró ignorando a su propio reflejo frente a ella mientras disfrutaba un poco del delicado tacto sobre su cabellera

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- Creo que hechaba de menos esto  - murmuró ignorando a su propio reflejo frente a ella mientras disfrutaba un poco del delicado tacto sobre su cabellera.
- Esta listo - hablo la noble de coletas al terminar de acicalarla.
- Gracias Rima, Senri - llamo y la puerta se abrió dejando ver al noble de cabello rojizo y ojos claros asomarse detrás de esta.
- Kaname sama y los demás están abajo.
- Gracias, bajemos entonces mis pequeños - los dos nobles asistieron y le siguieron de cerca, la compañía de ambos ya era algo habitual aunque en un principio fue Rima la primera en acercarse por pedido de Kaname poco después y de cierta convivencia la noble le seguía ahora mas por gusto y al final termino arrastrando a su compañero con ella que también termino teniendo afinación por la sangre pura como si de dos niños pequeños se tratara y la definición fue mas que acertada pues eso mismo parecían ante los ojos de los otros nobles pero nadie estaba en contra o a favor simplemente se mantenían al margen pues nada mas que eso podían hacer.
- Buenas noches TN _____ sama - saludaron los nobles que se encontraban reunidos.
- Buenas noches, buenas noches Takuma kun y para ti también Kaname - este último solo le observo con cierto reproche al ser dejado al final pero de igual forma devolvió el saludo, claro no de la misma forma tan efusiva como él noble de ojos Esmeraldas - veo que aun falta Yuki.
- Ella no nos acompañará hoy - dijo Kaname tan sereno como siempre antes de acercarse y extenderle su mano para escoltarla a lo cual ella aceptó y así ambos sangre pura salieron con él resto de los nobles detrás de ellos - no tuve la oportunidad de hacerte algún cumplido la última vez, te mirabas muy hermosa.
- Gracias pero yo siempre me veo hermosa - dijo segura y divertida a la vez.
- Tienes razón, tanto que me es difícil apartar mis ojos de ti - el comentario del Kuran la hizo cambiar su expresión serena y un poco indiferente (lo usual en ella) a una de molestia, ambos sangre pura se observaron de reojo, uno con hostilidad y él otro con melancolía.
- ¿Qué pretendes en realidad Kaname?
- ¿Acaso no puedo ser sincero con lo que pienso?
- ¿Cuándo lo has sido?
- Me duele que pienses eso de mi.
- Tu mismo te encargaste de construir tu propia imagen ante mis ojos - justo en el momento en que las grandes puertas se abrieron la mano de Kaname sintió el abandono por parte de ella quien decidió mantener su distancia un par de pasos por delante de él, dejando al Kuran con aquella sensación desagradable y el mismo sentimiento tan conocido y desconocido que hacía mucho creyó perdido.
- Siempre fuiste muy dura conmigo - murmuró para si mismo ignorando todo a su alrededor excepto la delicada figura delante de él "Tan cerca y tan lejos de mi" por ahora, pensó tragando el espeso líquido acumulado en su boca.
Por otra parte no solo Ruka se percató de la inconfundible esencia de la sangre de Kuran en el aire, todos los presentes lo hicieron pero sin duda a quien mas le afectó a pesar de su indiferencia fue a ella quien por unos segundos no pudo evitar que sus fríos ojos se tiñeran cual carmín y el odio hacia él sangre pura solo se avivara a causa de su maldición.
- Quien diría que eras una mártir Joou pero incluso los ángeles se vuelven demonios en algún momento, solo espero que eso no suceda por tu propio bien y el de todos.

-	Los ojos dorados del noble observaron detenidamente a cada uno de los presentes ahí en sus miradas podía percibir diferentes emociones y pensamientos, mientras que algunos mostraban inseguridad y temor, otros en su mayoría ni siquiera se molesta...

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- Los ojos dorados del noble observaron detenidamente a cada uno de los presentes ahí en sus miradas podía percibir diferentes emociones y pensamientos, mientras que algunos mostraban inseguridad y temor, otros en su mayoría ni siquiera se molestaban en ocultar sus oscuras intenciones tampoco es cómo si importara realmente.
- Todos estamos de acuerdo y sin duda nuestro apoyo esta de su parte - dijo uno de los ahí reunidos rompiendo con el silencio.
- No se podría esperar menos de los fieles seguidores de Rido sama, aunque ahora que saben la verdad parece que su fanatismo ha tomado la mejor decisión.
- Estamos convencidos de que nuestra decisión cambiara las cosas para mejor - apoyo otro de ellos.
- Siempre es bueno un cambio y es tiempo de que exista igualdad entre nosotros - un par mas asintieron ante aquellas palabras mientras sus ojos se obscurecian con ese peculiar y maldito color, las luces poco a poco se fueron menguando conforme los ojos de todos los presentes adquirían el mismo color, los ojos dorados del hombre que encabezaba aquella asamblea imitaron la misma acción con la diferencia de que detrás de su rostro tranquilo su interior reía satisfecho ante la jugada ganada en ese momento.

Las dos Reynas (Kuran Kaname)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora