Capítulo 1: My New Doctor.

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—No entiendo porque me dijiste que estabas bien cuando no lo estabas, eras la única que hacia la estadía aquí más confortable...—solté furiosa con mi mejor amiga, y compañera de habitación—. Pero no, en vez de eso me engañaste para tomar mis medicamentos, los cuales te llevaron a esto, eso jamás te lo perdonaré...—le grité casi llorando.

—Oh vamos, no es tan malo, Kate, aun podemos seguir hablando y lo sabes...—me regañó desde su cama por lo que le miré incrédulamente—. Aunque no te puedo negar que después de esto, me di cuenta que no estás tan loca como creí...—bromeó riendo haciéndome reír también.

— ¿De verdad creíste que estaba loca?, que amiga me gasto...—solté haciéndome la ofendida y ella reír—. Ahora si es verdad que me creerán loca, por hablar contigo...—dije suspirando antes de que la enfermera llegara.

— ¿Con quién hablas? —preguntó la señora de mal humor como siempre.

—Con nadie...—respondí justo lo que quería, mientras mi amiga se reía y le hacia morisquetas a la señora.

—Eso creí, vamos la están esperando desde hace diez minutos...—soltó la señora antes de asentir y seguirla fuera de mi habitación.

Luego de varios pasillos con paredes blancas y sin ninguna decoración, para "nuestro bien", llegamos a la misma puerta que atravesaba una vez a la semana, para examinar mi salud mental.

—Llega tarde—soltó un extraño señor sentado detrás de su escritorio, sin mirarme, por lo que le vi extrañada.

— ¿Quién es usted? — le pregunté sentándome en la silla, y la enfermera cerrar la puerta.

—Su psiquiatra— respondió mirando mi expediente—. El señor Jomes, se jubiló hace unos días, creí que estaba al tanto— dijo a mi respuesta no formulada, aunque no me sorprendía, Carl había rebasado hace mucho su edad de jubilación.

—No, no lo estaba—respondí mirando a mi alrededor como había cambiado su oficina desde la última vez que llegué.

—Señorita Wood, he leído su expediente, al igual que los demás pacientes que se me transfirieron— soltó formalmente haciendo que lo vea—. Y realmente su caso fue el último que decidí ver...

— ¿Por qué?, ¿acaso no ha visto a una loca tan joven? —solté riendo pero no inmutó.

—Esquizofrénica es el término correcto Wood, y no, no he visto a alguien diagnosticada con esquizofrenia a los seis años de edad...—soltó al fin dirigiendo su vista hacia mí, encontrándome con unos extraños ojos chocolate, los cuales me intimidaron—. ¿Aun sigue escuchando voces? —me preguntó sin dejar de mirarme, por lo que asentí sin darme tiempo a mentir como siempre hacía—. ¿Los ve? —Volvió a preguntar haciéndome apartar la mirada—. Tomaré eso como un sí...—dijo escribiendo en su libreta para luego volver a verme—. ¿Qué ve Wood?

— Personas, como tú y como yo, solo que no están...vivos—respondí haciendo que él me mirara extrañado con la última palabra, y apuntara algo en su libreta para luego sonreír.

—Es decir que ve fantasmas...—dijo más como una afirmación que una pregunta como si fuera un chiste, por lo que tuve que respirar profundo para no decir algo indebido y me lleve unos medicamentos para "tranquilizarme"—. ¿A quiénes ve? —preguntó sin especificar.

—A todos—le dije neutralmente—. Desde la enfermera que lleva más de un siglo aquí, hasta mi compañera de cuarto que se suicidó la semana pasada...—fui más específica esta vez, llegándolo a sorprender. Soltó el bolígrafo encima de la mesa, y me miró de nuevo a los ojos sonriendo.

— ¿Tu compañera? —Preguntó mirándome algo extraño—. Yo diría que esa alucinación es gracias a la culpa que debes sentir, puedo darte algo para ello...

—Si fuera por eso, ¿acaso tengo culpa de que una anciana se contagiara de tuberculosis cuando este apenas era un hospital corriente? —solté tal vez pasándome de lista, nunca retaba a un doctor, siempre esto llevaba a mas medicamento y aislamiento, fue la primera regla que aprendí aquí.

—Y creas sus propias historias también...—soltó en forma de burla antes de tomar su bolígrafo de nuevo y anotar algo más—. Le subiré la dosis de Haloperidol a dos veces por día—dijo casi mecánicamente de la nada sin creerlo.

— ¿Me subirá la dosis?, ¿pero porque? —pregunté sin entender nada.

—Está peor de lo que pensaba, o decía Jomes, su enfermedad está demasiado avanzada...—soltó el tratándome como una loca, ni sé porque me sorprendo—. Deberías estar medicada siempre, no tratada como una persona normal— y volvieron los insultos. Sin esperar a que buscara mas formas de que me dijera loca, me levanté de la silla—. Siéntese Wood, aun no termino con usted— me crucé de brazos—. Sino hace caso me obligará a llamar a seguridad para que la siente— ordenó autoritariamente por lo que de malas ganas me senté.

— ¿Qué más falta por decir? —pregunté aguantándome la rabia que tenía.

—Dada la tragedia de su compañera, y su falta de relación con la realidad, le asignaré una nueva compañera, es una nueva paciente que entrara mañana...—soltó sin mirarme a los ojos anotando más cosas en su libreta, por lo que asentí aunque no me viera—. Puede irse, la enfermera le llevara su medicamento...—terminó de decir sonriendo falsamente por que dudo que sea sincera, antes de levantarme e irme de aquel despacho, al cual nunca me gustaría volver.

Entre maldiciones y maldiciones hacía su persona, llegué a mi habitación encontrándome con Maggie acostada en mi cama...

— ¿Cómo te fue con el doctor bombón? —preguntó ella sin yo entender su comparación.

—Del asco, me cree más loca que Jomes...—dije acostándome a su lado—... me aumentó la dosis de Haloperidol...

— ¿Estás jodiendo? —preguntó riéndose de mí—. ¿Qué demonios le dijiste para que hiciera eso?

—Le conté la verdad creyendo que esta vez alguien me creería—solté suspirando notando lo estúpido que sonó eso—. Que estúpida fui...

—Sí, lástima que te diste cuenta tarde...—soltó burlándose—. Aunque no sé porque te preocupan ese medicamento, si al final no te hacen nada...—dijo teniendo razón, era como comer un dulce. Ya que se suponía que eran para callar las alucinaciones, pero como no lo eran no funcionaban.

—Lo sé, es como tomar una pastilla para dormir...—admití mirando al techo—. Pero eso no significa que no irá al expediente, y ambas sabemos qué pasará si en dos años ese expediente no dice que estoy sana...

—Lo sé— soltó mirándome con pena—. Te llevarán a un verdadero manicomio...

—Exacto...—dije suspirando, y recordando las palabras que el viejo Jomes me decía en mi cumpleaños, "un año menos que tiene para demostrar que no estás locas", era lo mismo desde que entré a este lugar. Al principio como niña al fin, siempre decía mil veces que no estaba loca, pero con los años fui fingiendo que había dejado de oír voces, aunque claro, de vez en cuando me cachaban hablando con algún inquilino no vivo...—. Aunque la peor parte no es esa...

— ¿Hay una peor parte que se medicada? —preguntó incrédulamente sonriendo por lo que reí.

—Sí, tendremos una nueva compañera—respondí borrando su sonrisa.

—Otra más que dirá loca, esto será interesante de ver...

SCHIZOPHRENIA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora