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Su cabeza dolía, de hecho, era el mayor dolor de cabeza que había tenido en sus años de vida. Su cuello y su espalda tenían una incomodidad terrible; como si hubiera estado en una mal pose durante mucho tiempo.

El silencio tan notable lo inundó, abrió sus ojos pero al hacerlo noto una venda en estos. Sus manos estaban atadas al igual que sus pies. Estando acostado boca arriba sobre el piso frío, comenzó a desesperarse, estaba mareado y con el estómago revuelto y eso le provocaba náuseas.

Preocupado, en el mero silencio intranquilo, como esperando a que de la nada algo le pasaré, en la obscuridad que sus ojos veían, no tenía idea de si había alguna luz encendida, sus ojos estaban limitados al trapo que los cubría.
Con sentido de suspenso, y estando alerta de cualquier movimiento, se quedó estático en su lugar, tratando de no gritar ni desesperarse.

— ¿No te han dicho que eres muy bonito? -abrió sus ojos al límite junto con un escalofrío que recorrió toda su espalda, quedando rígido al escuchar esa voz, la voz de Jooyeon-. Deja de fingir, se que despertaste.

Lee se levanto del suelo en el lugar en dónde estaba sentado y fue hasta Jungsu para quitar la venda de sus ojos y de sus manos.
Kim tuvo que parpadear varias veces para acostumbrase a la luz, y cuando eso paso, se sentó de golpe para ver al chico de los cabellos largos que tenía a su frente, su vista se nublo y un mareo llegó, a los pocos segundos de esto estuvo recuperado de eso. Jooyeon solo lo miraba.

Jungsu observó el lugar en dónde estaba, no sabia que era, parecía un pequeño cuartito que tenía unas paredes rojas.

— ¿Es acogedor? este es un lugar adecuado para tenerte aquí y pasar tiempo a solas, ya sabes.

Mientras el pelinegro hablaba junto más su rostro al de Jungsu, estado cerca a cerca de su nariz.

— ¡Ya suéltame idiota! -grito Kim, tratando de contener sus lágrimas, estaba asustado y más por haber abierto la boca, pero quería gritar, sentía rabia.

— Pense que me dirías algo más bonito. Que malos modales tienes -pasaba sus manos por el cabello de Jungsu, este quería darle un golpe pero se contenía.

— ¡Eres un maldito cínico! ¡Suéltame ya o te juro que-

Jooyeon lo interrumpió, y con burla en su ser se acercó a su cuello posando sus labios y Kim podía sentir su respiración caliente allí.

— De ahora en adelante estarás aquí, estaremos aquí. Juntos solo tu y yo, como debe de ser.

— No te pertenezco, déjame largarme de aquí.

— Cariño, ¿crees que me importa? Ni siquiera te conozco bien y de ahora en adelante me importa un carajo quien eras, quien eres y quién serás porque ahora eres mío y solo mío.

Esas palabras, esas últimas frases que salieron de la boca de Jooyeon le dejaron paralítico, le trajeron esos recuerdos que tanto lo atormentaban, todo lo que pasó desde hace años. Recordó lo que alguna vez le dijeron esas personas, recordó lo que le hicieron.

Sin estado conciente, en su crisis, Kim se echó hacia atrás como pudo, arrastrándose hasta llegar a la esquina del lugar, mirando con terror y nervios a Jooyeon: el que solo disfrutaba lo que hacía.

El de cabello largo paro y volvió a atar las manos de Jungsu, se levanto del lugar sin usar sus manos, se dedicó a salir del lugar, así como si nada, como si no tuviera a alguien encerrado ni sufriendo allí.
La habitación (por así llamarla) volvió a su soledad, a su silencio. Paso un buen momento para que Kim tratara de tranquilizarse.

Extrañaba a sus padres, quería estar en los brazos de Jiseok y escuchar el consuelo de Chan.

Se sentía sucio, patético, indefenso, defectuoso e inútil.
Estas cosas solo le pasaban a el, quizás el era el problema, quizás se lo merecía.

[...]

— ¿Son la familia del joven Kim Jungsu?

— Si, somos sus padres.

La mujer respondió al oficial que les dirijido la palabra y tenía con si papeles en sus brazos.

— Revisamos las grabaciones del día completo en las cámaras de seguridad, logramos localizar a su hijo y al agresor.
La familia no evito llorar, tenían fe.
— Pero, tomara un poco más de tiempo lograr saber quién es, fue inteligente, todo ocurrió en un área que no está dentro del campo de visión y lo espero dos horas antes de que el joven Kim pasará por allí, lo que también nos dice que todo fue planeado y su hijo era su víctima.

[...]

Jooyeon entraba silbando bajito, Jungsu comenzó a temblar, con miedo, quería llorar pero se mantuvo ahí, quieto mientras vio como Lee tenía una bolsa de plástico en su mano derecha.

— Veo que no hablas mucho, ¿comemos? traje bimbap y galletas.
Lee se sentó junto a Jungsu, dejando la bolsita en el piso junto a él y mirandolo con una sonrisa aparentemente dulce.
El mayor no sabía cómo responder, Jooyeon estaba tan calmado y su tono de voz era suave y eso lo incomodaba más.

— Tengo hambre...
Respondió con miedo en su voz, al escuchar su respuesta Lee sonrió, desató sus manos y saco de la bolsita los aditamentos dichos, para comenzar a comer ambos.

El silencio nunca se fue, Jungsu comió rápido y temeroso, no había consumido nada en dos días mientras Jooyeon la pasaba pacíficamente, mirando a Jungsu con cada bocado que daba hasta que estallo en risa sin razón que lo provocará.

— Déjame ir.
Suplico Kim a voz baja y con lágrimas en los ojos.

Lee lo ignoro.

— Por favor, te daré lo que quieras, pero dejame-

— Pero yo ya tengo lo que quiero. Bueno, aún no del todo...

Jooyeon se acercó a el, tomando su rostro para tratar de besarlo pero sintió como la mano de Jungsu se estampó en su mejilla, retirándose un poco de allí mientras aún sonreía.

— ¡No me toques!
Grito, pero Lee, ya fuera de sus casillas tomo a Kim para darle la vuelta y tenerlo contra el piso mientras lo sostenía con su cuerpo para que no se levantase.

— Tendré que tener mano dura contigo, pequeñito -Lee volvió a amarrar sus manos.

— Me duele. Para, me mantendré callado pero no me hagas nada -lloriqueo con el rostro al suelo.

— Eso espero.

Red Room | Jooyeon + Jungsu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora