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— ¡Soy Ariana de Secramise primera princesa de ar.. — los gritos de la albina fueron callados al instante por un fuerte golpe de un objeto contra el pulido suelo de la Sala, el Emperador junto a la Emperatriz, concubinas, príncipes y joyas se quedaron mudos ante aquellos oscuros ojos que miraban a la albina con desprecio.
— Te diré algo princesa egoísta, avariciosa y superficial... Para mi no eres más que una simple princesita consentida por lo que nunca te veré como Emperatriz — la gruesa voz de la mujer resonó en el recinto, un pelirrojo de piel morena había abierto su boca para hablar más fue callado por una saga en su cuello. — No tienes los modales básicos para serlo y como prueba tengo esta indecoroso escena que has montando por que he negado que uno de mis más grandes y fieles guardias se una a tu... Prostíbulo digo joyero — la mujer bajo de su trono con pasos lentos, marcados y elegantes encantado a un Rubió el cual mordía su labio al sentir la necesidad de inclinarse y rogar por su atención.
El hombre de cabellos blancos y ojos violetas quería acercarse a defender a su adorada niña más sabia que cualquier movimiento sería tomado irrespetuoso contra aquella Reina la cual era tratada como Diosa en aquel Reino.
— Vienés a mi Reino, te hospedado en mi Palacio y tienes la osadía de exigirme algo a mi, Odette Adair Bronach de Brangwen Reina de la oscuridad y Diosa de las tinieblas — la elefante mujer tomó el rostro de la menor con una de sus manos mirándola con prepotencia, la joven albina deseaba opinar más fue callada abruptamente por la cantidad exorbitante de Maná que poseía la mujer al frente de ella.
La primera concubina del Reino de Arbezela miraba con diversión como aquella niña mimada metía la pata hasta el Fondo arrastrando con ella a su madre quien al ver a su hija a nada de llorar se levantó a enfrentar a la azabache.
— ¡Suelte a mi estrellita! — la mujer de blancos cabellos y ojos azules trato de acercarse a la fémina pero fue interrumpida por un alto hombre de armadura oscura quien se interpuso en su camino amenazándola con acabar su vida.
— Emperatriz de Arbezela le recomiendo que se aleje, no creo que quiera ir a visitar tan pronto a su hijo Ares o si? — aquella había sido una clara amenaza de que si no se estaba quiera, pararía en las fosas del inframundo. Tanto el emperador como la princesa soltaron un jadeo de sorpresa ante lo dicho por la mujer de corta cabellera azabache.
— ¡¿Como se atreve a hablarle así a mi Madre?! — la joven de ojos violetas quito la mano de su rostro de manera brusca, los presentes miraban anonadados la reacción la princesa los guardias del Castillo estaban preparados para atacar mientras que la aquella monarca de cabellera azabache soltó una risa sin gracia mientras caminaba de vuelta a su trono.
— Al parecer eres tan estúpida como pensaba, será un honor para mí acabar con tu Nación — justo en ese momento la joven se dio cuenta de que había cometido un error, tal vez fue por la mirada de su padre o por la mirada de burla de la Rosa Roja pero algo tenía seguro y era que si no arreglaba aquella situación su reinado se iría abajo mucho antes de comenzar.
O pero tal vez no entiendas como llegaron a esta situación tan compleja, así que siéntese joven viajero que le contaré como ocurrieron los hechos antes de esta trágica y desafortunada situación.
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