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" 𝐄𝐥 𝐢𝐧𝐢𝐜𝐢𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝐟𝐢𝐧 "
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— Su Majestad, Gran Luna del Imperio del Brangwen — desvie mi mirada al joven de blancos cabellos y ojos grises el cual vestía una reluciente armadura de colores violetas y negros, levante mi mano hacia el y entre la toma entre sus manos besando la.
— Habla Casius, no pierdas tiempo — al soltar mi mano tome de nuevo mi pluma para seguir firmando los papeles que tenía en mi escritorio, mientras firmaba sentía su mirada en mí lo que no me disgusto ya que era común en él.
— Su Majestad, le ha llegado una invitación del Reino de Arbezela el cual solicita su presencia en su próximo festival del Sol y la Primera s princesa del Reino de Secramise también a mandado una carta solicitando permiso para visitar el Reino — al terminar de hablar puso ambas cartas en mi escritorio, parece lo que estaba haciendo para leer los dos trozos de papeles, odiaba asistir a esos tipos de eventos más tenía una buena alianza con el emperador por lo que tenía que ir más me parecía raro que aquella princesa quisiera visitar mi Reino a luego de la ceremonia donde alababan a su Dios o yo que se.
— Acepta la invitación y deniega el permiso, dígale a la princesa que por los momentos el Imperio de Brangwen no está otorgándole permiso a extranjeros — le entregue ambas cartas para luego seguir con mi trabajo, Casius hizo una reverencia y se despidió de mi saliendo de mi oficina dejándome sola de nuevo.
Luego de horas por fin había terminado el papeleo de hoy, mire por la ventana y el sol de la tarde estaba haciendo presencia por lo cual seguro era mediodía así que tomando mi espada para ponerla en mi cintura salgo de aquella habitación dándole un leve reverencia a los guardias que custodiaban mi Oficina. Camine por los largos pasillos del Castillo saludando amablemente a los trabajadores, gracias a ellos todo funcionaba de manera óptima aquí por lo cual les mostraba la gratitud y el respeto que se merecen.
— ¡Su Majestad, Su Majestad! — aquel llamado llamo mi atención, me voltee al instante mirando como un pequeño niño de cabellos naranjos corría hacia mi junto a un azabache el cual iba jalado de su mano. Sonreí al instante deteniendome y agachandome para esperar los con una suave sonrisa.
