Capítulo 6. El verdadero deseo de un hombre

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El lugar huele a grasa quemada, comida chatarra, café y suciedad. Cuando dijo que me daría lo que todo hombre buscaba no me imaginaba esto. Debe conocer mejor al sexo opuesto o matará toda erección que provoque y ha de provocar varias con ese culo que me está dejando ver. Trae puesto un delantal, jeans y su cabello hecho en una cola pequeña. Sonríe resplandeciente al verme, mi corazón salta, mierda. Habla con una mujer de unos cincuenta años, un poco rellenita y con la actitud de una gallina protegiendo a su polluelo. Mis labios se llaman encantadores y con esa gracia le correspondo su mirada fulminante.

Sky se mueve de un lado a otro, al menos ahora me agrada saber que trabaja de mesera en una cafetería de comida rápida. Atiende pedidos, lleva ordenes, retira los platos y limpia las mesas. Disfruto mucho admirar ese majestuoso culo, pero preferiría que no fuera mientras ella atiende a tapaderas de caño, así les llamo a los gordos, sucios y morbosos. Noto como la escanean de arriba abajo deteniéndose en su trasero. Adopto mi postura de depredador por si alguno pretende más que eso, pero al notar mi presencia muchos desisten.

- ¿Todo en orden? – dice el pedazo de cielo al sentarse frente a mí.

- Sí – respondo seco y con los ojos directos en esas escorias.

- Parece lo contrario – se gira para buscar que tiene atrapada mi atención. – ¿Pasa algo?

- No

- ¿Te comió la lengua el gato o algo parecido? Tú no eres precisamente monosílabo.

- No – dirijo mi atención a algo hermoso, ella. – Sólo que...

- Ignóralos, eso hago yo.

- No puedo.

- Son clientes que dejan muy buena propina.

- ¿Sabes por qué lo hacen? – azoto mi puño contra la mesa.

- No y no quiero saberlo – dice. Cruza sus brazos y se recarga en el respaldo del asiento.

- Te miran buscando la oportunidad.

- ¿De coquetearme? – pregunta ingenua.

- De hacerte suya – musito frío y serio. Ríe a todo pulmón.

- Vaya que eres muy divertido – recarga sus codos sobre la mesa. – Dudo mucho que alguno de ellos me vea con esas intenciones – estoy inexpresivo, a veces su inocencia puede ser estúpida.

- Permíteme dudarlo.

- Te lo aseguro – el mechón de su cabello cae frente a ella.

Mi mano derecha me desobedece y se levanta involuntariamente. Deslizo mis dedos en su cabello, llego casi a la punta, pero me detengo. Lo acomodo detrás de su oreja no sin antes resbalar las yemas de mis dedos en su mejilla. Se ruboriza, bien. La batalla no está del todo perdida. Me gusta verla radiante y fue sólo por una simple caricia mía, eso me enorgullece más.

- Hamburguesa con papas fritas y un soda de cola – la mujer ruda nos interrumpe. Pone una charola delante de mí.

- ¿Y esto? – Pregunto, no recuerdo haber pedido nada.

- Te dije que te daría lo que todo hombre quiere – sonríe. – Carne, grasas y una soda – extiende su palma derecha mostrándome la montaña de frituras que tengo delante de mí.

- Que amigo tan apuesto tienes – dice la mesera a Sky.

- No es mi amigo – bufa enfadada.

- Es cierto – le indico a mi nueva aliada.

- Es una pena – dice cruzando los brazos. – Si yo tuviera treinta años menos...

- ¡Mary! – la reprende.

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⏰ Última actualización: Oct 22, 2022 ⏰

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