Capítulo 11

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Abrí mis ojos, me encontraba en la casa de mi hermano, hacía más de una década no estaba aquí.

Esta casa estaba en la lejanía de Bélgica, en una nada habitada zona.

Cuando lo llamé desesperada por haber perdido de vista a quien cuidaba vino a mi, lo malo era que había tratado de buscarlo por mi misma las primeras horas, ya estaba débil de por si, sumándole el hecho de usar mi poder en sobre manera y el estar sin alimento, a prácticamente medio día de búsqueda caí desmayada por la debilidad.

Si no aparece esta será mi vida desde ahora, la debilidad y dolor de un humano enfermo sin la posibilidad de morir.

Escuché un puñetazo, y luego otro. Entonces enfoqué mi vista. Mi hermano yacía de pie a un lado de la habitación, él estaba aquí.

-Jungkook- dije como pude.

Al notarme despierta se acercó a mi, quien nos acompañaba tenia el labio partido pero también notaba algunos arañazos y raspones que parecían de algo más, ahora que mi hermano se alejaba de él sostenía algo contra su cabeza.

Olía mucho a sangre.

-¿Como te sientes?

-Como la mierda.

-Dormiste casi un día.

-Lo hallaste- asintió a pesar de no haber preguntado. -Debo- me cortó.

-Ya pasaron más 24 horas, pero quisiera que pasen unas 48 al menos para que estés segura.

Llevé mi vista nuevamente a quien nos acompañaba, ahora estaba sentado en una de las sillas.

-Ve a hacer tus cosas- negó

-No te dejaré aquí con el

-No me hará nada, solo tiene cara de idiota. Sabe que lo cazarás si me hace algo- mi hermano lo miró de manera impasible.

-Lo cazaré, iré por su tía Mey, la familia que ella poseé y cada enfermero mental que la acompaña- dijo mi hermano tajante, su mirada era fría y tenía la certeza de que así era.

Este no era agresivo, pero si se dañaba un ser querido era bastante protector.

-Te amo- dijo hacia mi, besó mi frente, volvió su vista a quien nos acompañaba y entonces desapareció.

Miré la hora en la cómoda y giré mi cuerpo con intención de dormirme. -¿Me ignoraras ahora?- no dije algo.

Cuando abrí los ojos ya pasaba de la media noche, había dormido otras 8 horas y a pesar de eso no me sentía más fuerte o mejor.

Tomé asiento sobre la cama y no lo encontré a mi alrededor, a pesar de no tener ánimos de levantarme lo hice, debía hacerlo.

Bajé al primer piso y noté la luz de la cocina encendida entonces me encaminé a ella.

Estaba sentado en uno de los taburetes, señalé su brazo cuando me notó e indicarle de esa manera que por eso lo buscaba.

Estaba molesta con el, por violar mi confianza cuando lo ayudaba, por dejarme tirada a sabiendas de que necesitaba de él, es un maldito.

-¿Ahora eres muda?- si, es un maldito imbecil, escuché mi teléfono sonar en el segundo piso y decidí ir por el, el ambiente al alrededor de quien me acompañaba ya no me gustaba, lo quería lejos de mi.

Volví al cuarto y luego de cerrar la puerta tras de mi, contesté, era mi hermano.

-¿Como sigues?

-Bien

-¿Bebiste?

-¿Cuanto tiempo puedo estar así?, no confío en el, en que no haya usado la flor otra vez.

-No la tiene. Me aseguré de ello.

-¿Y la sangre?

-Yo la tengo, necesito que bebas de él y luego lo golpees por lo que te hizo.

-Creo que de eso te encargaste tu.- bromeé -¿Hay alguna forma de salir de esto sin convertirlo, sin alimentarme de él?- no respondió.

Y entendí que si no negaba era por que la había -La hay- dije a sabiendas de que me ocultaba la otra manera.

-Dejar que tu organismo absorba toda la que le queda o drenarla.

-¿El problema?

-Será doloroso, para ti- aclaró -Asi que ni se te ocurra hacer algo así.

-No lo haré- mentí

-No entiendes, será muy doloroso.

-Ya te dije que no lo haré, tranquilo- no me importa, no desistiré de mi don por alguien en que mi siquiera puedo confiar.

-Bien, necesito que te cuides y aliméntate.

Prefería acabar inmóvil antes de arriesgarme nuevamente a él.

Estoy segura que algo ha de tener en el sótano que pueda ayudarme.

Volví mis pasos y abrí la puerta, este estaba tras ella. -Era una broma ¿si?, puedes dejar de ser infantil y morderme- maldito imbecil.

Lo busqué por horas y no lo hallé y ahora se creé en el derecho de decir que soy infantil, que se pudra, que se pudra él y su estupida venganza.

Bajé las escaleras por completo y abrí la puerta de entrada, -A dos horas hay un pueblo, largo. Espero que mueras en el camino- dije para dirigirme al sótano.

Cerré con tranca y comencé a buscar. En unas cajas encontré equipo que este suele usar para extraer sangre de las personas sin necesidad de morderlas, nunca le gustó hacerlo, dice que lo hacía sentir como un monstruo, ¡que me deja a mi!

Comencé a sacar las jeringas, y los envases, mi hermano tiene esto para extracciones a humanos, y ahora la usaría para todo lo contrario.

Debía subir al sillón y dejar los tubos plásticos caer al suelo para que mi cuerpo mismo la expulsara, así que lo hice luego de encajarme las agujas en mi cuello, las venas de mis brazos ya no las encontraba.

Espero que esto lo haga más rápido.

El dolor no se hizo esperar, apenas media hora después mis músculos se contrajeron y el primer grito salió de mi garganta.

Mis lágrimas llenaban mis ojos y no podía escuchar más que mis sollozos, me desmayé poco después.






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Te AtrapéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora