¿Hay algo más solitario que una multitud?

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Los muros entre las personas, aquellos que realmente las dividen y son invisibles al aspecto, raza e incluso el ojo del más sabio en la más alta torre, aquel con más sabiduría sería incapaz de verlos, son estos los muros del alma.

Permanecen siempre dentro de ti, pues el alma solo se siente y percibe a sí misma y a aquello que no sienta le pondrá una barrera sin entender no solo que todas las almas funcionan como un fluido, solo entremezclándose entre ellas, disfrutando de los resultados e interactuando son capaces de descubrir todo sobre sí mismos y vislumbrar todo su potencial, siendo ciegas ante este hecho al ver a las barreras como escudos protectores y no como muros separadores.

No hay mayor prueba de esto que una multitud, solo allí podrás ver a cientos de personas, cientos de almas juntas pero sin ninguna conexión real, tan cerca, pero a la vez tan lejos, los muros solo se chocan y las almas se frustran porque no pueden ver a otras como ellas por culpa de los muros que no entienden siquiera, tanto ruido pero ningún sonido.

Y lo peor es que incluso las mismas personas pueden sentirlo, sintiéndote alejado de todo, pero siendo incapaz de ver las almas o al menos los muros que confirman algo detrás, viéndote forzado a volver a casa, con esa sensación de soledad y desasosiego en el alma aún sin entender que ha ocurrido, tratando de olvidar lo que ni tú mismo comprendes.

Pero hay algunos momentos, solo algunos que duran menos de un instante, en los que se cruzan unas miradas entre la multitud, y solo en contadas ocasiones se comparte una sonrisa, una prueba de algo detrás de los dichosos muros, estos mismos se abren un poco y por un segundo se entiende, como algo que queda implícito ese entendimiento mutuo de que somos alguien, vemos a alguien y lo reconocemos como tal, al poder ver un poco de humanidad entre estas enormes murallas de carne e incluso viendo su alma, una prueba de la existencia de alguien más allá nosotros, solo entonces se entiende la verdad, cuando los muros y las almas se revelan ante quienes tenemos la valentía de luchar contra su naturaleza y tratan de romper sus muros, es entonces aunque sea en un solo instante, en una unidad mínima de tiempo que se nota una esquirla de esperanza en el aire.

Claro que por supuesto esta última es escasa y dura poco, pero justamente por eso es la más real y más pura de las esperanzas, aun cuando ayude luego cuando estás solo con tus pensamientos a paliar ese desasosiego, precisamente por su escasez y porque esta desaparece cuando las miradas se separan y los semblantes cambian, excepto cuando no, ahí es donde nace la magia.


Palabras ahogadas en el océano de mi menteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora