"La respuesta es el amor."
Ese amor que te hace darte cuenta quien eres realmente.
Aquel que se siente en la piel, en el sabor del café o al amanecer.
Y el mismo que te orilla a soltar los conceptos establecidos por la sociedad.
"No te dejes engañar...
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-Sai, me asustaste. -¿Porqué tardaste tanto? -cuestionó con inseguridad.- Te fui a buscar a la pradera, dijo tu madre que estarías ahí, pero no te vi. -Estuve, caminé al borde del bosque, y no pude evitarlo, corrí hasta llegar a la colina, sabes que me encanta el lugar, ahora sí me disculpas, estoy sucia y sudada, quisiera asearme antes de ir a la cama. -Bien ...
Y con esa excusa Sai soltó su agarre, si bien sabía que a Sakura le gustaba correr había algo más en su mirar, ¿Culpa? No estaba seguro, siempre intentó acercarse más ella y conocerla en profundidad pero nunca paso su barrera.
A pesar de saber que Indra ya no era una piedrita en su camino, esa idea cruzó por su cabeza, ¿Y si el mocoso nunca se fue? ¿Y si realmente se encontró con él? Sai no era para nada tonto, un buen mercader tiene un buen olfato, no solo en los negocios, y es que literalmente Sakura olía distinto, no se acercó mucho, ella marcó una vez más la distancia entre ellos, pero era una esencia a madera e incienso que le calaba en el fondo de la cabeza, como si ya hubiese olido eso.
Tendría que averiguar más de ese olor, y que mejor que en sus ropas. Así que con sigilo se dirigió al baño de su amada, ella ya se encontraba dentro, y como supuso su ropa estaba impecablemente doblada afuera, con delicadeza tomó la prenda superior de su ropa y sintió en sus manos que estaba húmedo, lo acercó a su nariz y ahí estaba ese olor, más marcado claro. Madera e incienso, el sudor de su mujer y algo más, no podía identificarlo pero no le gustó. Dejó la prenda igual en su lugar y se dirigió a la habitación de sus suegros.
Estando afuera le pidió a una sirvienta llamara por su suegra, la sangre comenzaba a recorrer con furia en su interior. -Sai ...¿Qué pasó hijo? -Sra. Dígame la verdad, el mocoso que entrenaba Sakura, ¿Se casó con aquella dama del desierto? -¿A qué viene eso ahora? Sai, ve a descansar con tu familia. -Conteste.-Su tono cortante y frío no le dio más opción a la sra. Que ya empezaba a ponerse nerviosa.- -No Sai, ese compromiso nunca existió, yo... Yo lo inventé. -Entonces tenía razón, no se embarazaba por qué ella se cuidaba ¿Verdad? Lo estuvo esperando. -No creo que eso haya sido así... -¡No mienta! Usted y yo sabemos el apego que ella le tenía. Entonces, ¿Dónde está él ahora? -Nadie lo sabe, hace al menos cinco años se fue junto con un extranjero a quién sabe dónde, se dice que encontró fortuna lejos de estás tierras, y le manda riquezas a su madre y hermanos, pero yo no lo volví a ver. -Bien, iré a cuidar de mi familia. Buenas noches.
Estaba bastante claro para Sai ahora, su mujer no fue realmente suya hasta que el mocoso "se comprometió", ¿Y si regresaba? O peor ¿Y si ya se lo encontró? Presuroso fue a donde su familia dormía, allí ya se estaba, su amada esposa, parecía dormir, pero él no podría hacerlo, se acercó a ella que estaba acostada de lado de cara a sus hijos, y le abrazo por la espalda, aspiró su aroma ahora limpio y libre de ese olor a madera.
El pensar que se había encontrado con ese mocoso hacía que le hirviera la sangre. Celoso y como un animal, quiso marcar su territorio. Comenzó acariciando su cintura, para descender su mano hasta sus piernas, sintió como Sakura se tensaba ante su tacto, siempre era igual, pero también siempre cedía.
