Mi caballo de Troya [PROFESOR] -La Casa De Papel-

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CAP 25: LA VERDAD

- Salva...- Solté más como un susurro que como un llamado. La voz se me había cortado, sentí por un segundo cómo mi corazón dejó de bombear, como si de la nada me inundara un sentimiento de vacío y pena.-

- En un segundo calculé el tiempo exacto y cuando me llevaron los números al décimo octavo cumpleaños de la de pelo rojo me sentí el hombre más estúpido por no haberlo notado.-

-Era mío... Claro que era mío.-

-No pude contener mi llanto ni un solo segundo más y dejé caer todas esas pesadas lárgrimas por mis mejillas antes de darme la vuelta hacia Salva.-

-Él me veía con una carita desconsolada, como si hubiera hecho algo que no debía, como si algo de todo aquello fuera culpa suya.-

-Al verlo comprendí todo, por qué el primer día me recibió con aquel abrazo si nunca nos habíamos visto, por qué se veía tan emocionado, por qué trataba de estar siempre a mi lado y principalmente, por qué se negaba a llamarme tío.-

-Porque no era su tío, era el único hombre ahí que estaba biológicame relacionado con Salvador.-

-En un segundo lo miré de arriba a abajo, de pronto me centré en sus ojos ¿cómo no lo había notado? Eran idénticos a los míos, y... su cabello, su rostro, sus gestos... de pronto noté que era como yo, tan parecido, que me odié por no notarlo.-

- Tengo un hijo...- pensé en un murmuro, aún seguía con aquél shock.- Salvador.- Lo llamé un segundo antes de caer de rodillas ante el pelirrojo quien al verme me abrazó.-

-No era un abrazo cualquiera, era uno fuerte, apretado, sentía cómo el pequeño temblaba, como yo de la emoción. Porque por fin podía decirle hijo, porque por fin sabía que era mío.-

-No podía creerlo, él era tan listo, tan apuesto y estaba tan grande... Y yo.. yo no había estado... Me había perdido todo.-

-De pronto, cerca de las 8, antes del desayuno la ira me consumió. Me separé del pequeño dejándole en la frente un beso. Ya hablaría yo con Salvador, pero necesitaba ir al epicentro, a la culpable de todo esto.-

-Salí hecho fuego de la habitación del niño, ni siquiera la discusión con Raquel la noche anterior me había puesto de ese modo.-

-No podía pensar, solo caminaba pasillo tras pasillo hasta llegar al comedor la desesperación me cegó, llegando a ignorar a los miembros de la banda que ya estaban ahí sentados esperando el desayuno.-

¿¡Cómo pudiste!?- solté apenas cruzar miradas con aquella mujer, aquella que me había arrancado un pedazo de alma con su actuar.-

-La ví sorprendida, no sé si por no saber de qué hablaba o por ver que mis lágrimas empañaban el cristal de mis gafas.-

- ¿Pero qué te pasa?- Formuló la pelirroja notando cómo nos miraban el resto de la banda.-

- Ostia profesor, ¿está bien?- Preguntó ahora Tokio.- ¿Bien? Si. Si, si, si, estoy bien, estoy muy bien, estoy perfecto sabiendo que tengo un hijo ¡UN HIJO! Y no he sabido un carajo en tantos años.-

-Tan solo decir eso el ambiente de risas que traían todos en la mesa cambió a uno de profundo silencio que recaía en la quebrada voz de la ojiesmeralda.- Sergio...-