Jake
Accedo a la carrera, ya pasan cinco minutos de la hora de entrada. Me cuelo de forma sigilosa por la puerta trasera para que el encargado no me vea llegar tarde. Este mes ya van cuatro veces.
Oigo unas voces que se acercan, así que cojo una caja llena de botellas para disimular y saludo con la cabeza a uno de mis compañeros y a Timoteo que me mira con el ceño fruncido.
—Jake, no creo que sean necesarias tantas botellas de vino —me reclama. Observo la caja haciéndome el sorprendido y pongo cara de asombro.
—Vaya, lo siento. Me he equivocado de bebida —me excuso.
—A ver si nos centramos. Y quiero esa pajarita bien colocada —pide a la vez que señala con el dedo mi cuello.
—Sí, claro.
Doy media vuelta, dejo la caja en su lugar, espero hasta que desaparecen y me adentro en el pub. Cuando paso por delante de la barra que tengo asignada, mi mirada se tropieza con la de Jo, mi compañera. Sus cejas se elevan en señal de reproche, y yo me encojo de hombros. Me sitúo detrás de la barra y observo mi reflejo en uno de los espejos que cubren la pared llena de botellas y vasos. Procedo a colocarme bien la pajarita. Todavía no entiendo por qué no nos dan unas de esas que ya vienen hechas, en vez de tener que perder el tiempo en hacernos el nudo. Odio esta mierda que presiona mi cuello. Hay días en los que tengo que rehacerla en dos y tres ocasiones.
—¿Otra vez tarde? —me susurra Jo cerca del oído.
—Es lo que tiene ser un hombre tan ocupado y no tener dinero para comprarse un Ferrari. ¿Está bien? —le pido mientras me coloco frente a ella y le señalo la puta pajarita. Jo eleva los brazos y la centra un poco.
—Te he dicho muchas veces que yo puedo pasar a recogerte —se ofrece una vez más.
—Jo, vives en la otra punta de la ciudad.
—Deberías dejarte ayudar, Jake. —Mi compañera y amiga se acerca, deposita un beso en mi mejilla y regresa a su puesto.
Sabe que es inútil insistir. Hace tres años que nos conocemos. Coincidimos en un pub y encajamos desde el primer momento. Es una mujer preciosa, divertida y muy sensual. Su melena oscura y esos ojos tan azules atraen a muchos hombres, pero ella es un hueso duro de roer. Es valiente y atrevida, y no tardó en demostrar su interés por mí. Intenté darle largas sin confesarle que no me agradaba, que hace años sé que me atraen los hombres, pero al final tuve que claudicar. Era muy insistente la condenada. Esa confesión, en vez de romper nuestra cercanía, hizo que nos hiciéramos más amigos y Jo sabe muchas cosas de mi vida que nadie más conoce.
Sobre las once y media, el pub empieza a llenarse y nosotros trabajamos sin descanso. Es duro y agotador, pero también nos lo pasamos muy bien. Jo tiene mucho que ver en eso, es pura vitalidad y no pierde oportunidad de marcarse alguna coreografía de lo más sensual en la que me incluye y consigue sacarme los colores. El sueño de mi amiga siempre ha sido dedicarse al baile, pero, por desgracia, la cosa está complicada y, como yo, su familia tampoco nada en billetes y no pudo dedicarse a lo que le hubiera gustado. Cuando en casa se pasa hambre, los sueños se desvanecen y la realidad te golpea tan fuerte que es casi imposible no caerte de culo.

ESTÁS LEYENDO
No solo eres amor
RomanceSi has leído No hay un comienzo sin ti, seguro que te acuerdas de Drew Hall y sus trajes. Para él, la vida es risa y buen humor. Es un hombre romántico y un poco excéntrico, pero si algo lo caracteriza es su gran corazón y el amor que siente por su...