prólogo

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Era un día normal en mi salón, nunca pasaba nada importante en él

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Era un día normal en mi salón, nunca pasaba nada importante en él. Somos el D, un grupo desastroso como todos los demás; normalmente llaman a Popee y Onomadek a la prefectura pero hoy me llamaron a mí.

—Kedamono Ookami, ¿cierto?— Me dijo nuestra prefecta de grado —No hiciste nada malo no te preocupes, estás aquí para ver a nuestro psicólogo; eres el 4to para hablar con él, Ookami— sin mirarme apunto con su bolígrafo a una puerta frente a la biblioteca donde otras tres personas estaban sentadas esperando lo mismo sin entusiasmo alguno.

¿Desde cuándo hay psicólogo en está escuela? la última vez que tuvimos algo fueron equipos de básquetbol (inútiles por cierto) y estos se disolvieron en menos de dos semanas. Espero que esto dure más que esos equipos.

Después de un rato de estar jugando con mis dedos o pensando cosas irreales que podrían pasar en mi vida llamaron por mi nombre para entrar en aquella sala a la que entré sin emoción.

Kedemono Okimi, pasa por favor— ...No diré ni dije nada ya que nunca dicen bien mi estúpido nombre.

Me límite a asentir levemente para después entrar en aquella sala, olía bien, bastante bien; para ser precisos una mezcla de vainilla con chocolate que te tranquiliza al olerlo lentamente. Su decoración era simple, paredes blancas y piso de madera (obviamente de fantasía ya que la escuela es bastante tacaña, aún me sorprende que hayan puesto este psicólogo), con muebles de los más sencillos que se puedan encontrar.

Me senté lentamente en la silla que se encontraba al otro lado de aquel escritorio color negro y el psicólogo me empezó a hacer preguntas triviales con ánimos hasta el cielo.

—Y bien Kedamono, ¿tienes algún problema del que me quieras platicar? Sin pena, piensa que soy tu mejor amigo— Sonrío —Quiero hacerme lo más cercano a tí.

—No tengo amigos, la única persona que me quiere es una chica...— Hablé sin ánimos a seguir haciéndolo.

—¿Es tu novia? ¿O es una amiga cercana?— Me cuestionó.

—Es mi amiga, para dejar en claro, no me gustan las chicas y nunca lo harán, señor— Poco a poco me hundí en el asiento por la vergüenza de como había contestado y la respuesta de está.

El psicólogo se quedó callado unos momentos mientras escribía en su cuaderno cosas inentendibles para mi. Yo estaba jugando con mis dedos hasta que nuevamente me volvió a preguntar varias cosas personales a lo que yo respondí con la verdad, al hacerlo mis ojos se cristalizaron un poco, por lo que habían algunas lágrimas saliendo de mis ojos y el psicólogo lo notó por lo que me abrazo; después de un rato se alejó y me limpie las lágrimas.

—Kedamono, te recomiendo que escribas tus problemas y tus días en un cuaderno o diario, esto hará que expreses tus sentimientos en diferente forma si no quieres hablarlos con otra persona; créeme que te sentirás mejor. En unas semanas vuelves a venir y me avisas como te fué, ¿Sí?— El me sonrió y la verdad me sentí mejor al contar un poco de mis propios problemas con alguien a quién no le molesta en absoluto. Me sentí... Más ligero.

Después de escuchar su propuesta asentí lentamente y le juré que lo haría a lo que me contestó que eso era un bueno comienzó para superar todo.

Me despedí amablemente de el señor Toru, ahora el es mi psicólogo y... posiblemente mi segundo amigo.

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El diario de Kedamono OokamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora