4-Un balde de agua fria

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Las palabras de Ryan no son nuevas, y tal vez tiene razón

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Las palabras de Ryan no son nuevas, y tal vez tiene razón.
Soy tan ingenua como para volver a él después de todo lo que me hizo, pero por más que lo odie, siempre me preocuparé por Ryan. Él es como mi debilidad, y odio eso.

-¿Ya estás lista? -me preguntó Maya- Se nos hace tarde.

-Tranquila, no se irán sin nosotros -la tranquilicé-.

Hoy se realiza la fogata de bienvenida, es algo que organizan los atletas en la primera noche de las regionales. Todos nos reunimos en el lago para escuchar música y beber, claro que no volvíamos tan tarde.

Maya había hablado con Alex para que nosotras vayamos con ellos. La verdad es que no me apetecía compartir tiempo con Ryan, pero no me quedó otra que aceptar.

Terminé de ponerme un poco de brillo labial y salí del baño.

-Te ves divina -Maya me mira de arriba a bajo- Quien te dice, tal vez te traiga alguien más al hotel.

-No seas tonta -dije con una sonrisa-.

Tenía puesta una falda, con un buzo largo y unos borcegos. Me había dejado el cabellos suelto, y me puse un gorro.

-Los chicos ya están abajo -me avisó- ¿Y Emma?.

-Irá con Theo -respondo-.

Emma nos había dicho que iría más tarde con su hermano.
Con Maya bajamos a la recepción del hotel donde se encontraban los chicos esperándonos.

Me fue imposible no llevar la vista a él. Ryan tenía puesto un bruzo y unos pantalones holgados.
En su rodilla lesionada se le notaba un pequeño bulto, era la rodillera que tenía puesta.

-¡Señoras!. Ya pensaba que no iban a venir -se burla Jace-.

-No seas exagerado -bufe- ¿Cómo iremos?.

-Ya llamé el taxi, en cinco minutos llega -fruncí el seño al escuchar a Alex-.

¿Taxi?. Sinceramente pensé que iríamos caminando, el lago no queda tan lejos, solo son un par de cuadras.

-Si quieres ir caminando, ve. No te detendremos -me dice Ryan al ver mi cara de confusión- Más lugar para nosotros.

-O mejor.. Tú podrías ir trotando -hablé con falsa inocencia- Cierto, no puedes. Lo lamento.. Creo que se olvidó -hice un puchero.

Todos se quedaron en silencio ante mis palabras. Y si las miradas mataran, yo ya estaría miles de metro bajo tierra.
Sabía que mis palabras le molestaron, incluso puedo decir que le dolió. Pero no era ni la mitad de la mierda que el me tiraba.

Ya estaba cansada.

-¡Vaya!.. El taxi ya llego -Justin rompió el silencio incomodo- Que rápido.

Salimos del hotel y efectivamente el taxi había llegado.

𝗘𝗻𝘁𝗿𝗲 𝗰𝘂𝗰𝗵𝗶𝗹𝗹𝗮𝘀 𝘆 𝗵𝗶𝗲𝗹𝗼 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora