Capítulo Ocho

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—Mañana tengo clase —le grito a Liam por encima de la música para que pueda escucharme. 

Maroon 5 suena a todo volumen en el tesla que conduce mientras él canta a pleno pulmón sin equivocarse ni una sola vez con la letra. Solo canta, conduce y mueve la cabeza al ritmo hasta que me canso de gritar y que me ignore, así que pongo la mano sobre la ruedita del volumen y lo bajo tanto que lo único que se escucha es a él cantando a gritos.

Me muerdo el labio inferior intentando no reírme de su voz cantando y me mira rápidamente con el rostro sorprendido y los ojos muy abiertos.

—¿Cómo se te ocurre cortarme a mitad de la canción de Animals? ¿Estás loca? Eso es una regla no escrita —se queja mientras mira enfadado a la carretera y a mí, pero cuando me ve que intento aguantar la risa me echa una mirada furiosa—. ¿No irás a reírte?

Niego con la cabeza mientras hago un sonido con la boca de negación y miro la carretera.

—Te decía que mañana tengo clase —contesto con tranquilidad.

—Ah, eso. Te he escuchado, con esa voz de pito que se te pone al gritar es imposible no hacerlo —gira la cabeza para mirarme por un momento y me sonríe falsamente.

—Pues date prisa porque son las nueve de la noche y me gustaría acostarme pronto.

—Aburrida —susurra sin mirarme—. Estamos justo a una calle de llegar. Dormirás tranquila hoy.

Continúa conduciendo sin subir de nuevo la música ni cantar y aparca el tesla en la entrada de un hotel que parece bastante glamuroso. Me acerco a la ventanilla mientras Liam habla con un señor por la suya y leo que pone en grande "The Little Nell" y cinco estrellas justo al lado.

Liam asiente al señor de fuera y cierra su ventanilla sin mirarme. La entrada al parking privado se abre ante nosotros y entra para aparcar el tesla alejado de los demás coches.

—No me gusta aparcar cerca de cualquiera, nunca se sabe quién puede rallarte el coche —dice cuando saca la llave del contacto y abre su puerta para salir.

Salgo por mi puerta y, después de cerrarla, me acerco a él sin saber qué demonios hacemos aquí. El hotel desde fuera se ve precioso y acogedor y fuera de él todo lo que hay es campo.

—¿Qué hacemos aquí? —le pregunto, esta vez cogiéndole por el brazo con fuerza para que me mire y no se vaya.

—Cenar —contesta sin más, mirándome a los ojos sin ninguna expresión.

Comienza a caminar hacia la parte trasera del hotel y le acompaño en silencio. Cuando llegamos veo un montón de mesas vacías y luces decorando todo el jardín. Es increíble, la verdad.

—Hace frío, así que he pensado que podríamos cenar dentro. ¿O prefieres aquí?

—Prefiero dentro —contesto mientras me abrazo con las manos metidas dentro de la sudadera.

Asiente y le sigo hasta la entrada que da al comedor principal del hotel donde solo hay un par de parejas cenando, una de ellas con sus hijos pequeños. Hay una gran lámpara de araña que da luz a todo el salón y las mesas están colocadas en una especie de círculo con sillas y sofás.

Un camarero vestido de traje se acerca a nosotros y nos pide que le sigamos hasta una mesa vacía. Sin esperar a que me pregunte me siento en la parte del sofá y dejo a Liam en la silla frente a mí. La mesa es de madera y redonda, pero no tan grande como para no escucharnos. El camarero nos deja un par de cartas y Liam le pide un vino tinto de no se qué marca.

Pasión IncontrolableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora