quédate aquí

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Todo está oscuro. Dentro de mi confusión tocó mi hombro, ¡es él!, Con su mirada tan cálida que por un instante lo repudié pero no pude evitar abrazarlo, corría por mí una alegría que hubiese estallado de amor y regocijo, apuesto que los ojos me brillaban, el corazón me decía a gritos de asombro que por fin estábamos juntos, había esperado tanto por éste momento tan vívido, tenía un sonrisa brillante y sus increíbles ojos moca se clavaban como estacas en mi alma, me llené de vida y a la vez de nostalgia.

Durante toda mi vida he aprendido que cuando el corazón me palpita no puedo esperar a decirlo a menos que no quiera expresarme nunca de la ilusión que me hace cualquier cosa. Eso me pasó con él. No tuve oportunidad, de tanto procrastinar perdí mi oportunidad. Él no había articulado aún palabra pero yo ardía en el deseo de que si ésta vez me iba con las manos vacías, no sería por cobardía, sino por mi infinita mala suerte.

Comencé a dejar de pensar si aquello era lógico o si él podría estar ahí en ese momento. Me lancé a sus brazos con ganas de no irme nunca más de él, me tomó con tanto cariño que sin haber dicho algo me comunicaba una confianza infinita que me susurraba tiernamente al oído algo como:

"Dime todo lo que sientes cariño, llora, aquí estoy. Nunca más vas a estar sola".

Comencé a llorar con desesperación y languidez. Como aquél día en el que mi abuela me abrazó a los cinco años mientras le contaba que estaba afligida porque había perdido mi peluche favorito, una rana René del tamaño de mi cabeza.

Y las palabras comenzaron a salir sin pensarlas siquiera, claro. Tanto tiempo yacía ese sentimiento guardado que había pensado miles de maneras de decírselo, y para comenzar, en ninguna de ellas lloraba de esa manera, creo que apenas podría entender dos palabras si no me conociera de la manera que lo hace.

-Me gustaría despertar un día, que estés llamando a mi puerta con un ramo de flores en la mano, de esos que se ven en Pinterest, que me llenaras la cara de besos y que tuvieras la iniciativa de tomarnos una foto sonriendo, que por quizás accidente descubra que tienes tantas fotos mías en tus destacadas de cuando estoy distraída, que cuando estemos en una reunión con amigos y no estemos lo suficientemente cerca, mi celular me notifique un mensaje tuyo que diga que me veo hermosa y que soy perfecta aún a la distancia mientras ves como me sonrojo y no paro de sonreír.
Quiero que me mires tan bonito como si yo fuese aquella Luz radiante que ilumina cualquier habitación, la intensa, calmante y fúlgida luna llena. Que no dependas de mi pero que al mismo tiempo no te imagines una vida sin que te tome la mano cuando vamos por el parque y descanses tu cabeza sobre mis piernas, ese momento donde nada más importe, un universo donde solo existimos nosotros por horas y horas, que apesar de que se nos haga tarde sepamos que en ese instante fuimos tan felices que valió la pena que se nos haya pasado el día como dos tontos enamorados que se miran a los ojos y por alguna extraña razón sepan que están en el lugar correcto. Quiero pasarme horas pegada al teléfono en las noches hablando de teorías del universo y cosas tontas, románticas. Quiero que no tengamos miedo. Que me abraces de la nada y queramos quedarnos ahí toda la vida. Muero de ganas por ser la gata de tu tejado que menciona Dante en sus canciones, anhelo con todo lo que soy ser el aire fresco que sopla en tu Bora Bora, que nuestro amor exista y no sea en esos sueños que me lastiman cuando recuerdo que no son reales. Hoy sé que no hay peor desgracia que extrañar lo que nunca pasó.
Me he mortificado tanto tiempo con esto, no puedo más. Por favor. ¡Te amo!, !con todo lo que soy!, y sinceramente me hubiera hecho muy feliz decírtelo antes, para ser exacta, desde el momento en el que descubrí que mi vida sin ti no sería nunca completa, y que mi corazón te buscaría por siempre, que si mi alma se perdiera siempre encontraría el camino hacia tus tiernos y tan profundos ojos cafés.

LADRÓN DE MI CEREBRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora