Los Velaryon

502 87 7
                                    

La noche caía, y su hermana aún no despertaba, no iba a negar que cada vez se sentía más triste y más culpable. Lo único que podía hacer era apreciar su rostro con la tenue luz de las velas que alumbraba la habitación. Su madre del otro lado sólo rezaba a los siete mientras sostenía la pálida mano de Daera.

- Ya es muy tarde Aemond, puedes ir a descansar, estoy segura que Daera despertará para la mañana.

- No madre, yo quiero estar junto a ella cuándo despierte, quiero pedirle disculpas.

- Ella no va a culparte por lo que pasó Aemond, lo sabes. - la reina le dedico una mirada tranquilizadora a su hijo.

- Pero yo le prometí que la iba a proteger y mira como está.

- Eres un muy buen hermano mayor y se que siempre la vas a proteger, hasta que tenga un marido que lo haga por ti - Alicent se acercó a su hijo para darle consuelo a él también, sabía que no se estaba sintiendo nada bien con la situación.

- ¿Yo no puedo ser su marido? - el muchacho la miró y pudo ver la determinación en se pregunta, algo que la había dejado atónita.

- Pues lo mejor... sería casarla con un prometedor señor, de una casa importante.

- Pero Aegon si se puede casar con Helaena, ¿no es importante para nosotros los Targaryen continuar con la sangre de la vieja Valyria?

- Lo de Aegon es distinto.

- ¿Porque? Porque será rey algún día, por eso si se puede casar con nuestra hermana.

- No es por eso... - quería encontrar las palabras, pero las ideas tan precipitadas que tenía Aemond no le dejaban buscar un respuesta adecuada.

- Ya se lo que van a hacer, una vez que Daeron sea señor de Antigua se la darán como esposa, ¿es eso? ¿es porque ellos tienen títulos y yo no?

- ¡Basta Aemond! Deja esas locas ideas que tienes, no se desde cuándo estás teniendo estas ideas de casarte, nunca te vi tan interesado, pero quédate tranquilo que cuándo llegue el momento podrás elegir con quien casarte.

- No es que piense en el matrimonio madre, solo quiero estar cerca de Daera y ella es con quien quiero casarme, ahora y siempre.

- Y algún día lo harás - lo único que le importaba ahora era tranquilizarlo, claramente se le notaba la angustia de pensar que su hermana ya no iba a estar con él - Pero primero, hay que saber la decisión de ella.

- Se que ella me elegiría a mi, ya me lo ah dicho.

- ¿Hablaron de casarse a escondidas de mi?

- Es que cuándo nos anunciaste que Aegon y Helaena iban a casarse, ella me dijo que si pudiera elegir con quien casarse, se casaría conmigo o con él bastardo de Lucerys. Pero se que tu nunca permitirías eso madre.

- Nunca, escucha Aemond, nunca voy a dejar que Daera se case con algunos de los bastardos hijos de la princesa.

- Madre... - la dulce voz de la pequeña adormecida provocó que dejaran el tema de lado, Alicent fue inmediato a atender a su hija dejándolo a Aemond recapacitando sobre la charla con su madre, ahora estaba más que seguro que Daera sería suya.
Después de disculparse y ver que su hermana ya se encontraba bien, si pudo ir a descansar, porque aunque quisiese no estaba permitido que él se quede en la habitación de su hermana a horas tan tardes en la noche.

A la mañana siguiente se levantó animado, no podía con la emoción de saber que algún día si iba a tener lo que tanto quería, su madre no se lo había negado y en cambio le aseguro que entre los candidatos de Daera el era el ganador, era extraño imaginarse así, pero su hermana era lo único que lo hacía feliz, que lo comprendía y que no lo alejaba como los demás, obvio que iba a querer tener eso para siempre.
Llegando a la habitación, se dio cuenta que no estaba, pregunto a las doncellas si alguna la había visto, y le dijeron que se levantó temprano para dirigirse a pozo dragón. Lo había olvidado por completo y se arrepentía de haber estado tan concentrado en sus cosas que dejo que su hermana corriera a los brazos de sus sobrinos.

•Our Obsession•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora