Capítulo 4

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—¿Qué sucede?—preguntó Kendall mientras íbamos al estacionamiento.
Habíamos tenido un día largo, por lo menos yo.
Después del taller de música no había vuelto a tener oportunidad de hablar con la nueva, así que lo dejé pasar y me reuní con los chicos.
En el camino quedé con la chica de esta semana. Al parecer la nueva será la de la siguiente semana, para mi suerte todavía hay chicas que no le temen a Amanda y sus amenazas.
—Nada—afirmé desconcertado por su pregunta—¿Por qué lo dices?
—Tienes cara de estar concentrado y molesto por algo—aseguró Logan mientras dejaba salir el humo del cigarro.
Solté una sonora carcajada.
—Es solo que Amanda me revienta—mentí. El recuerdo de mi madre me había estado persiguiendo desde la clase de baile con Meredith—No sé cómo pude ser capaz de relacionarme con ella–dije.
En ese momento Amanda pasó por el estacionamiento, se volteó y a pesar de todo me saludó agitando su mano derecha. Y en ese preciso instante una brisa sopló levantándole la falda.
—Esta bien, tengo una breve noción del porqué—terminé aceptando al ver sus piernas.
—Me das asco, amigo—dijo Carlos—Tú no discriminas a ninguna—me acusó y yo absorbí un poco de mi cigarro.
—Es la envidia la que te hace hablar—le afirmé.
—No—intervino Logan—Esta vez tengo que estar de acuerdo con Carlos, no conoces de límites James. Uno de estos días alguien te dará una lección—dijo como abuelito.
Yo solo revoleé los ojos y lo dejé pasar.
—Pero mientras tanto, soy feliz con mis conquistas—repuse con una sonrisa de autosuficiencia.
—¿En verdad lo eres?—preguntó Kendall con cara de preocupación y alzando una ceja.
—Por supuesto–afirmé—¿Acaso tú no lo eres?—le devolví la pregunta.
Él solo se encogió de hombros.
—Ciertamente, me gustaría estabilizarme un poco—confesó y yo no pude más que quedarme callado.
—Es cierto—le siguió Logan—Esto ya empieza a aburrirme—confesó encogiéndose de hombros. Trague saliva
—¿Bromean cierto?—dije con temor a perder a mis amigos, y ellos solamente soltaron una sonrisita maquiavélica—¡Son unos idiotas!
—¡Debiste haber visto tu cara!—exclamó Carlos en medio de una sonora carcajada.
Pero mi mirada se distrajo al ver a mi nueva compañera cruzando el estacionamiento.
La miré bien, ella se subió a un auto plateado del cual no pude ver el conductor. Pero no tardé en reconocer el vehiculo.
Tan seguro como que el cielo es azul estoy seguro que ese auto es de Joe Jonas. El tipo que cursa la carrera de arquitectura.
—Mejor aun deberías ver tu cara de ahora—demandó Logan—Te has puesto morado deberías, respirar con más naturalidad. Te recomiendo el yoga—solo gruñí.
—¿No te gusta que se te adelanten, no?—dijo Kendall mirando el auto que yo miraba.
—No—gruñí una vez mas sintiéndome descubierto por mis amigos. Luego absorbí un poco más del cigarrillo y lo arrojé. Me monté en la moto—Pero igual tengo a muchas otras esperando.
—¡Así se habla!—exclamó Carlos contento.
—Me agradas cuando eres así de optimista—declaró Logan.
Ellos también subieron a sus vehículos y salimos del estacionamiento.

Esta noche decidimos salir al bar de siempre. Aunque Logan se puso renuente al principio por el hecho de que mañana teníamos clases.
Eran cerca de las 11:36 p. m. yo aun quería tomarme unos tragos más y seguir jugando al pool con Kendall y Carlos, pero la sensatez de Logan estaba por mandarnos a casa en cualquier momento.

El ambiente cargado del lugar, el metal fuerte sonando por alguna de las bocinas que servían de aspecto decadente, y los hombres rudos, que se habían hecho así a base de golpes y desilusiones de la vida. El lugar lleno de humo de cigarrillo y la mesera suficientemente guapa pero demasiado inteligente como para tomar en serio a alguno de los patanes que frecuentamos este bar...
¡Aaahh este definitivamente era mi hogar!

Estábamos en medio de un partido de pool los chicos y yo cuando de la nada aparece Jonas seguido por el chico... Mmm Lautner creo que se apellida.
Universidad pequeña infierno grande.
Parecía como si hubiesen sido sacados de una lavadora, demasiado acicalados como para encajar en un lugar como este y sin embargo trataban de actuar con naturalidad en un ambiente completamente ajeno a ellos... eran más falsos que una obra escolar de niños de preescolar.

Peligrosa ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora