Pedro Nakada-El apóstol de la muerte.

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"Sólo trato de purificar la Tierra de prostitutas, drogadictos, homosexuales y asaltantes", dijo Pedro Nakada, el mayor asesino serial del Perú, quien confesó acabar con veinticinco personas por orden de Dios, que le pedía "limpiar el mundo de la escoria"

Pedro Pablo Nakada Ludeña nació de José y María en El Agustino, dentro de la ciudad peruana de Lima, el 28 de febrero de 1973. Mucho después, en el año 2001, Pedro se establecería en Huaral, donde causaría el pánico de los ciudadanos al acabar, según confesó el mismo, con unas 25 personas, todo para "limpiar el mundo de la escoria" y, de ese modo, obedecer a Dios, que según él le ordenaba matar...

El padre de Pedro era alcohólico y golpeaba y humillaba a su madre, y a él solía pegarle con un cable.
Como en el caso de tantos otros asesinos seriales, la infancia de Pedro estuvo marcada por el abuso y la violencia. En la escuela, Pedro sufría bullying; dice al respecto de eso: "No tenía amistad con los demás niños. Sí, era solitario. ¿Por qué? Porque los niños eran malos. Me jalaban el pelo. Me molestaban todo el tiempo....". También cuando era niño (aparentemente esto habría empezado a los cinco años), sus hermanas mayores lo vestían de mujer y lo obligaban a salir así a la calle, donde las risas y las burlas de la gente se unían a las de sus propias hermanas. Junto a eso, el padre de Pedro era alcohólico y, cuando estaba borracho, humillaba y maltrataba físicamente a su madre. Todas estas cosas hacían que el pequeño Pedro, pese a ser un chico sumiso, tímido y callado, desahogase con los animales la agresividad que iba acumulando por los abusos que experimentaba y percibía: así, no solamente torturaba o mataba gatos u otras criaturas que encontrase y de las cuales pudiera abusar, sino que además se untaba la sangre de estos indefensos seres (esto último no está confirmado). Como bien se sabe, matar y torturar animales es una de las tres conductas que caracterizan la infancia de los asesinos seriales, y es psicológicamente la más preocupante, ya que la repetición de actos crueles va mermando la capacidad empática del sujeto.

Respecto a esos abusos que sufría y a la terrible familia que le tocó, Pedro expresó lo siguiente: "Es mala, mi familia es mala. Mis padres siempre peleaban. Se insultaban mucho. Desde que yo era chico. Éramos nueve hermanos. Yo soy el tercero. Me molestaban los laberintos. Mi papá le pegaba mucho a mi mamá. Yo me escapaba de la casa. Pero volvía, escondido, para que mi papá no me pegara con un cable. Volvía por no tener dónde comer. Con mis hermanos nos criamos separados. Con un tío, con una tía..., mi hermana me violó, ella era mayor... Mi hermano me obligó a tener sexo oral, yo tenía seis años ¿Hay gente que no me cree? Yo no olvido lo que viví..."

Pero el peor de todos los traumas de Pedro sucedió cuando tenía cuatro años y sus hermanos lo acusaron de matar a una perra embarazada que era mascota familiar, violándolo a modo de castigo. Dice Pedro al respecto: "Odio a los maricones. Cuando yo era niño, mis hermanos me violaron porque creían que yo había matado a una perra que teníamos y que además estaba preñada. Juro que yo jamás le hice nada al animal". Bien puede verse que aquella experiencia constituyó el detonante de la homofobia que más adelante habría de caracterizar parte de la conducta criminal de Pedro; y, según las palabras del asesino, también esa experiencia fue determinante en sus primeros actos de crueldad, dirigidos a los animales: ‹‹"Tú lo mataste, tú lo mataste". Yo les decía que no, y ellos no me creían; y como me dijeron eso, entonces yo comencé a matar animales. Mi mayor defecto es ser colérico, la cólera me hacía matar››.

De niño, Pedro solía torturar animales para desahogar la ira que acumulaba por los maltratos que sufría (bullying escolar, abusos sexuales de hermanos y hermanas, violencia de sus padres...): por ejemplo, en una ocasión en que su madre le pegó mucho, Pedro puso a freír un gato vivo...
Ahora bien, esa cólera, que era lo que hacía matar animales a Pedro, llegó a plasmarse en episodios extremos de tortura animal, que Pedro empleaba para desahogarse de cosas como la actitud de su madre; cuenta así: "Mi madre era bipolar, cambiaba de carácter, no podía confiar en ella... Cuando era chibolo, mi mamá me golpeó como salvaje y yo de cólera quemé al gato en la sartén hirviendo".

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