VIII. Solo quédate conmigo.

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La campana resonando por toda la escuela lo hizo sobresaltar en su sitio, abriendo los ojos de golpe y viendo como todos los alumnos iban saliendo del salón de clase

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La campana resonando por toda la escuela lo hizo sobresaltar en su sitio, abriendo los ojos de golpe y viendo como todos los alumnos iban saliendo del salón de clase. Él apoyaba su mejilla en su mano, ese había sido su torpe intento de mantenerse despierto en clases, sin éxito.

En algún momento había sucumbido al cansancio con el que llevaba cargando un par de semanas.

El problema con la desesperación de los agentes lo había alcanzado a niveles que no había considerado hasta ese momento. Era fácil de suponer pero considerando que se encontraba infiltrado en la parte de la misión más relevante, encontrar al culpable o los culpables de las desapariciones, siempre había supuesto que era su prioridad. Sin embargo, el desabasto de agentes se vio afectado.

A pesar de encontrarse en misión, debía llevar a cabo otras más sencillas sobre obtener objetos, detener a algún informante o que algún objeto peligroso terminará entrando a Ostania para crear disturbios y culpar a Westalis de tal situación. No era algo que fuera a permitir, además que no tenía alternativa. Tenía que hacerlo por el bien de ambas naciones, por eso cada noche se escabullía de las habitaciones del Edén para llevar a cabo el cumplimiento de las misiones.

Por las mañanas y parte de la tarde estaba en clases, cumpliendo su papel principal en toda esa operación. Siendo un alumno ejemplar, y como si eso no fuera suficiente tenía que mantener su papel ficticio de novios con Yor Briar, algo en lo que invertía una cantidad exponencial de tiempo y esfuerzo. De eso dependía su avance en esa misión, por lo que debía mantener un papel perfecto. Adicional debía cumplir con sus deberes escolares y finalmente cada noche salía de la escuela para realizar todo tipo de misiones.

Persecuciones en medio de la noche, corriendo por varias calles de la ciudad sin ser visto y atrapando a su objetivo. Enfrascándose en peleas con varios hombres y siendo lo suficiente ágil para salir lo menos golpeado. Siendo perseguido al cometer un error en sus misiones, con las armas con silenciadores intentando golpear su cuerpo, aún tenía una herida de una bala que lo había rozado. Saltando de edificios altos poniendo a prueba su resistencia o adentrarse al campo enemigo para deshacerse de algún objetivo peligroso, sumergiéndose en una batalla campal donde la lluvia de balas llegaban de todas partes.

Debido a todo eso las ojeras en su rostro eran más evidentes y su aspecto cansado por el que Yor le había preguntado. Siempre se salía desviando el tema hacia otra cosa como las tareas, proyectos escolares o exámenes, restándole importancia. No era nada relevante, además que no podía hablar de eso. Por eso mismo cuando su cansancio fue tal que Yor se había dado cuenta se había esforzado en fingir que estaba todo bien, que estaba de buen ánimo y no que no había dormido nada ese día.

Agradecía que Yor fuera lo suficiente atolondrada para dejar pasar algunas heridas que tenía en el rostro o en las manos. Ella estaba fuera de sentido común y era algo que solía usar a su favor.

El mayor problema con aquellas misiones nocturnas era que en algunas ocasiones se le habían complicado y se había visto forzado a faltar a clases para terminar con ellas en el menor tiempo. Eso había dañado su puntualidad y asistencia perfecta, lo cual hubiera sido complicado si su prioridad era ser un alumno imperial. Pero tales cosas complicaba el hecho de justificarse con Yor sin sonar sospechoso. ¿Qué debería decir con esas faltas? Siempre solía soltar algo al aire que ella terminaba creyéndose, no se tomaba el tiempo suficiente para tener una coartada, estaba bajando la guardia y eso era preocupante.

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