El chico con el que llevo soñando varios días se mantiene de pie, la euforia sigue inundando mis oídos pero sigo sin reaccionar ¿Cómo es posible que esté en este lugar? No tiene pinta de ser estudiante, me atrevería a decir que es mayor que la mayoría aquí. Sus ojos finalmente dan con los míos, me quedo estática sobre mis pies, me observa sin expresión durante varios segundos, mi corazón retumba con tanta fuerza que logro escucharlo desde aquí, ¿podrá el también oírlo? ¡Dios, espero que no! Una vez más desciende su mirada hasta el chico que sigue quejándose hecho un ovillo en el piso, relame sus labios y camina en retroceso, las personas lo siguen hasta que desaparece fuera de la casa. Mi pecho arde, me lleno de ira notando como todos retoman sus posiciones bailando en el centro de la casa sin darle demasiada atención al chico en el piso ¿En enserio? ¡Dios santo! Me inclino ante él apartando por un momento la aparición del chico tatuado.
―Oye, ¿estás bien? ―eleva su rostro sin entender.
―Niña... yo...
―Vamos, te ayudo ―duda un poco pero finalmente cede y envuelve mi cuello con su brazo.
Como puedo hago lo posible por levantarlo, una vez de pie lo arrastro hasta la cocina, lo acompaño hasta uno de los taburetes y busco entre los cajones algún pañuelo que pueda ayudarme a limpiar sus heridas. Cuando lo encuentro lo lleno de agua y me siento frente a él con claras intenciones de empezar.
―Puede que te duela un poco ―le advierto.
Asiente sin hablar, procedo a limpiar la herida de su ceja, luego su quijada y su ojo izquierdo. Hago pausas para lavar el pañuelo y volver a iniciar.
―¿Por qué haces esto? ―pregunta después de algunos segundos.
Me encojo de hombros―. No me complace lo que acaba de pasar, no entiendo cómo es que la gente pudo permitir aquello.
―Aquí nadie se mete en asuntos ajenos.
―Pues vaya forma de no meterse en asuntos ajenos ―aprieto la herida con más fuerza de lo que pretendía, me disculpo y continuo sin hablar.
Mi cabeza vuela de vuelta hacia unos momentos cuando el chico de ojos mieles se encontraba frente a mí.
―El chico con el que peleabas... ―susurro― ¿Quién es?
Me mira intrigado, trago nerviosa rogando por que no note mi interés.
―Un imbécil ―escupe frunciendo sus labios con desprecio― ¿Te interesa?
―Ah... no ―niego nerviosa―, creía que era un estudiante pero se ve mayor.
Brandon asiente un tanto convencido―. No, no lo es... vino a joderme la vida como siempre.
―Pareces muy molesto con él.
Me mira incrédulo―. Me dejó la cara hecha mierda, ¿debería hacerme su mejor amigo?
Abro mis ojos apenada, mis mejillas toman color. No me atrevo a decir nada, simplemente me levanto para lavar el pañuelo.
―¡Miren quien está aquí! ―me sobresalto tras escuchar la voz de Jade.
Se acerca con una sonrisa en sus labios en compañía de sus amigos, me vuelvo hacia ellos dejando el pañuelo en el fregadero y me cruzo de brazos molesta. Es increíble como aparecen de la nada haciendo bromas con respecto a lo que acaba de suceder ¿Qué clase de amigos son?
―Sí que te dejaron el rostro jodido ―Jacob sujeta el mentón mofándose de su supuesto amigo.
Brando no hace más que apartar su tacto de un manotazo con clara señal de molestia―. Ese idiota pronto tendrá su merecido.
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Siente y déjate llevar
RomanceCrecer en un mundo donde todo es manejado para tu beneficio no siempre es bueno, a veces solo quieres tomar el control de tus decisiones y ser libre, pero el miedo de fracasar te mantiene demasiado quieto, sumiso y automático. Dolly Stone hija de un...