La chispa

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Aquel día tenía clases de Defensas contra las artes oscuras y me dirigí al salón, donde todos los años habíamos visto rotar los profesores, bueno no eran tantos años, pero al menos los dos primeros. En primero Quirrel tenía de parásito a Voldemort y Harry por el hechizo protector al tocarlo quemó su piel haciendo que se redujera en cenizas, el año pasado Lockhart, quien había sido mi amor platónico como escritor, resultó ser un farsante y el único hechizo que podía hacer con éxito era el desmemorizante, pero ni ese logró llevar a cabo, puesto que lo hizo con la varita de Ron, que estaba rota y hacía rebotar todos los hechizos. Por cierto ahora tiene una nueva.

Llegué puntual, como siempre, tomada del brazo con Ginny que no se daba cuenta de mis constantes desapariciones producto del giratiempo, al contrario de su hermano que sí lo hacía y mientras esperábamos al profesor y a los demás compañeros que no eran una maniática de las clases como yo. Había un armario, por lo cual de inmediato asocié que era un boggart, puesto que había leído bastante acerca de este ser, si es que se le podía llamar así. El profesor llegó y nos preguntó que sospechábamos que había en aquel armario, a lo que yo respondí que era probable que un boggart. Y resulta que así era, un boggart, una criatura que adopta la forma de tus peores miedos.

Hicimos una fila y todos querían estar al final, pero por suerte quedé casi de las últimas, no sería nada bonito enfrentarme a mis miedos y menos frente a todos, aunque ¿Cuál era en aquel momento mi peor miedo? Estaba fraternizando con el peor enemigo de mi mejor amigo, bueno el segundo ya que el primero era Voldemort, pero de igual forma creo que ese es el miedo que me ronda por estos días, que mis amigos me abandonen. El primero fue Neville y el boggart se convirtió en el profesor Snape, quería morir de risa cuando lo vi salir del closet, pero luego con el hechizo Riddikulus no aguanté, estaba vestido como la abuela de este, pero con su tenida de fin de semana. Después de eso no presté mucha atención, puesto que entró Peeves sin que el profesor se diera cuenta y una pluma con una nota estaban en la puerta, me precipité sobre esta y leí lo que decía "Te espero después de clases cerca del sauce boxeador. D". Reaccioné y Harry estaba frente al armario, primero un dementor apareció y luego una luna, el profesor tuvo que
interrumpir, puesto que ni Harry ni ninguno de nosotros sabíamos cómo enfrentarnos a aquellas criaturas.
Salimos de clase y me excusé tanto con los chicos, como con Ginny. Aunque la clase había terminado antes de igual forma quería ir al lugar, para estar un poco menos nerviosa. Sorpresa para mí cuando vi una cabellera dorada bien peinada y un brazo herido cerca del sauce boxeador, donde nadie o casi muy pocas personas se atrevían a ir.

-Draco- Era la primera vez que decía su nombre, siempre lo había nombrado de manera despectiva por su apellido.
-Aún no puedo ir a clases, antes de que me regañes- dijo notando como mi ceño se había fruncido con levedad al verlo allí tan temprano.

-¿Qué tienes con las plumas?- pregunté sentándome a su lado.

-Creo que es el único elemento de libertad que tenemos ¿O no?-

Aquello había dado justo en el clavo, no podíamos andar en el gran comedor como si nada, vernos en clases, en el pasillo... teníamos que escondernos, pero...

-¿Cómo estás tan seguro de que aceptaré ser tu amiga o algo así?-
-Bueno ya estás acá, eso es un paso-

Las comisuras de mis labios se alzaron con suavidad, la verdad quería apostar por ello, aunque si era de fingir no me gustaba mucho, pero quería ver que había más allá de aquel Draco Malfoy al que todos tachaban como insoportable. Hasta yo lo hice, pero con razones y convincentes.

-Supongo que ya no me dirás sangre sucia ni nada de eso- alcé una ceja y lo miré fijamente, dio vuelta su cara y nuestras miradas se encontraron, lo que hizo que mi expresión se relajara por un momento.

Fuego y aguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora