Capítulo 1

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Me faltaba un día para estar en casa. Me imaginaba a toda mi família esperándome en el aeropuerto con pancartas que pusieran "Bienvenido Dillon", además de globos con mi nombre.
Ese día se me hizo eterno. Había cumplido con mi parte, la de hacer la misión por 2 años. Ahora sólo tocaba esperar que Dios hiciera la suya.

Me acuerdo claramente el día en que recibí mi carta, en la cual decía que había sido llamado a servir en España. Mis padres estaban contentísimo, puesto que era una gran oportunidad de aprender Español, además de cumplir un mandamiento en mi Iglesia.Para mi suponía un gran reto, debido a que tenía que apartar mis estudios por 2 años.

Cuando me tuve que separar de mi familia y no volverla a ver, mi padre en el aeropuerto me dijo "Procura volver cuando hayas cumplido los 2 años hijo". Mis padres eran miembros fieles de la Iglesia, por ello era fundamental hacer la misión.

Este recuerdo se me vino rápidamente a la cabeza, cuando estaba sentado esperando para tomar mi avión hacia Idaho. País en el cual no había estado hacia 2 años, y en el cual ninguno de mis amigos estaban. Sólo mi familia y yo.

En ese momento me puse a pensar que haría sin John, Wendy y Rachel. Pero, probablemente ya me las ingeniería para pasar el tiempo. Además, en la misión había conocido a otros misioner@s, y también conocí a una chica llamada África, que tenía el pelo marrón oscuro, seductores ojos marrones miel y un cabello ondulado que parecía que jugaba con el viento.

Derrepente, fuera de mi subconsciente a lo lejos escuché la última llamada a los pasajeros del avión en el que yo iba.

Rápidamente me desperté del recuerdo de esa chica. Me puse a correr y cuando llegué a mi puerta de embarque, creí que se me iba a salir el alma por la boca, a causa de lo mucho que había corrido. Le entregué la tarjeta de embarque a la chica y entre en el avión.

Cuando me disponía a dormir, un señor de avanzada edad llamado Richard me empezó a hablar. Me contó que este era su primer viaje en avión y estaba nervioso, además sólo lo hacía para darle una sorpresa a su hija en su cumpleaños. Luego me empezó a contar todas sus aventuras en su juventud.

-Y tu, ¿por qué, haces este viaje? - me preguntó Richard.

-Lo hago para ver a mi familia después de dos años- le contesté, Richard me miraba con cara de sorpresa.
-Y... ¿por qué te has separado de ella durante tanto tiempo? - preguntó, un tanto confuso.

-Perdón, por no haberlo dicho antes pero... soy mormón y para nosotros es un mandamiento ir a hacer la misión durante dos años, sobre todo los hombres aunque las mujeres tambien pueden hacerla si quieren- le respondí, Richard me miró con una cara de asombro.

-Y...¿Qué religión es esa?- me preguntó.

-Pues en mi religión no bebemos bebidas alcohólicas, ni fumamos; creemos en la Bíblia y en El libro del Mormón- le contesté amablemente.

- ¿Qué es el Libro del Mormón?- preguntó Richard.

-Pues, es otro testamento de Jesucristo, el cual se tradujo cuando José Smith restauró la Iglesia en la Tierra- le respondí.

-Woow... Debéis de tener mucha fuerza de voluntad- me dijo.

-¿Por qué lo dice? -le pregunté.

-Pues, porqué os privais de muchas cosas como beber o fumar; además de irse a una misión y perder dos años de tú vida hijo- respondió él.

-Bueno, para mi no es perder dos años de mi vida, puesto que en estos dos años he adquirido conocimiento para enfrentarme a mi siguiente etapa. Es más, nunca he tenido ganas de probar el alcohol y el tabaco, siempre creí que solo perjudicaría mi salud -le contesté.

Finalmente, el me respondió que quería saber más de la Iglesia. Yo le di mi nombre y le dije que se pusiera en contacto conmigo para presentarle a los misioneros.

Al bajarme del avión, me dí cuenta de que todavía seguía siendo un misionero, puesto que le conté a Richard todo lo que sabía de la Iglesia. Le dí un fuerte abrazo a Richard y le dije que se cuidará y que cualquier cosa me llamara.

Cuando se abrieron las puertas que daban directo a la salida del recoje maletas me reencontre con mi familia. Mi madre corrió a abrazarme con lágrimas de alegría en los ojos, mi padre y mi hermano igual.

Después de un momento tan emotivo, mis padres y mi hermano comenzaron a preguntarme cosas como que tal me había ido mi misión, si había comido bien, qué era lo que más me había gustado de mi misión. Por supuesto, que no iba a decir que lo que más me gustó de mi misión era conocer a África, una chica que no era miembro, pero a la cual me encantaría haber conocido más.

Lo que dije fue que todo me fue genial, tuve a unos estupendos compañeros, que comí muy bien (lo dije sin ánimos de alertar a mis padres por mi mala nutrición), y que lo qué más me había gustado de mi misión era el gran aprendizaje que tuve en la vida.

Al llegar a casa, inspiré fuerte para lograr que penetre dentro de mis pulmones el dulce olor de mi hogar, ahora casi desconocido. Después me acosté en mi cama, debido al agotador viaje.

-¡África!, ¿que haces tú por Idaho? - le pregunté.

-Quería visitarte y darte un fuerte abrazo y dos besos- dijo Afri. Ella me abrazó y me dio dos besos. Me sonrojé y ella se dió cuenta y se apartó.

-Uyy.... Lo siento, es que tenía tantas ganas de abrazarte y darte dos besos, desde que te conocí- me contestó.

-Afri, pero... ¿cómo has entrado a mi habitación?-le pregunté, sorprendido.

-Dyllon, esto es tú sueño, puedo hacer lo que quieras- me respondió.

Derrepente mi madre me levantó. Inconscientemente dije: ¡No puede ser, tan sólo era un sueño!

-¿Qué te pasa hijo?¿qué has soñado? -me preguntó.

Pero el problema no era qué había soñado, sino con quien.





Un misionero retornadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora