Capítulo 5

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*África:

Me encontraba sumergida en una agonía, de la cual no podía salir. Era como si me estubiera muriendo lentamente y no quisiese evitar mi muerte.

El haber dejado de hablar con Dyllon me hacía sentirme sumergida en un pozo sin fondo, pero.... ¿que había hecho mal? ¿le dije algo que no le gustó?

Pero.... si lo último que hablamos fue de que estaba a punto de entrar en la Uní, y al acabar nuestra conversación le dije que le quería.

¡No puede ser!... Era por eso, a lo mejor el no sentía lo mismo por mi y con esas dos palabras rompí toda unión que había entre él y yo. Resumiendo, la había cagado.
Esas dos palabras de amor, me hicieron odiarla a ellas y a mi por ser tan impulsiva y decir lo primero que se me pasaba por la cabeza.

Era mi culpa estar sola en mi habitación, acompañada por una montaña construido por pañuelos.

Por ello, todos los dias llamaba incansablemente a Dyllon, para pedirle perdón. No quería perderlo, no de esta imbécil forma.

Me deprimia, viendo las cuatro paredes de mi habitación y una telaraña. Ese, paso a ser mi micromundo, sólo salía para cosas esenciales como comer o ir al baño.

Mis padres se disgustaban viéndome en ese estado de depresión, y aunque ellos no tenían la culpa de nada, sufrían por mi.

Derrepente, alguien llamó a la puerta y por un segundo hizo que dejará de pensar en él.

-¿Afri!?... Cariño, ha venido Jim y dice que quiere verte porque esta preocupado por ti- dijo mi madre, con una voz fina y delicada como si le estuviera hablando a un pétalo de una rosa que se pudiera romper con una suave brisa de viento.

¿Qué?¡No puede ser! Estoy horriblemente vestida, ni si quiera me he preocupado por mi imagen en 3 semanas y.... ¡ESTOY ESPANTOSA!

Pensé en decirle que no quería verlo, pero Ana y Jim son los que más se habían preocupado por mi, y... me sabía mal no cogerles el teléfono, y que ellos vinieran a mi casa incansablemente, y decirles que no queria verlos.

Así que decidí dejarlo pasar. Pero, primero me iré a duchar y arreglar un poco, para que no se preocupe.

Llego a la ducha, abro el grifo y no hay agua caliente, así que me toca ducharme con agua fría, en invierno. Perfecto, me encanta la suerte que estoy teniendo ultimamente.

Al salir del baño, me pongo lo primero que pillo, y eso fue un pijama de ositos.

Cuando abrí la puerta para dejar pasar a Jim a mi "habitación" o bueno mejor dicho el basureroen el que dormia, ya que hace 3 semana no la ordenaba ni limpiaba.

Mi habitación se había convertido en una habitación triste, llena de oscuridad y sobre todo sucia. Ella estaba igual que yo, sin ganas de recibir a nadie y permanecer en la soledad.

Como mi habitación no estaba muy presentable, abrí la puerta para ir a otro sitio a hablar con Jim. Pero, derrepente el al verme me abrazó y entró en mi habitación.

Sus brazos me hacían sentirme protegida de cualquier cosa. Cuando se cerró la puerta, estábamos abrazados y empeze a llorar.

Él me empezó a dar castos besos en la frente, a fin de que para mi llanto.

-Afri... por favor, no llores... que si te veo así... me dan ganas de protegerte y estar contigo- me dijo Jim con una voz rota y llena de sentimiento.

Al acabar de decir esto, nuestras miradas se cruzaron y sin poder decirnos nada como si ya todo estuviera dicho, Jim rompió el poco espacio que había entre mis labios y los suyos.

Un misionero retornadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora